Los últimos acontecimientos derivados de las investigaciones de la UCO de la Guardia Civil demuestran que Pedro Sánchez pudo acceder a la Secretaría General del Partido Socialista de una forma fraudulenta, que premió con cargos relevantes a los tramposos que le allanaron el camino y que él mismo podría ser la cabeza de una trama criminal que tiene como presunto cómplice a una parte de su Gobierno y de su partido. Esto tiene toda la pinta de un Estado fallido: Sánchez no ha podido aprobar los presupuestos de los dos últimos años, ha colonizado ideológicamente al Tribunal Constitucional, Europa reconoce ya, de forma preliminar, que la autoamnistía a los sediciosos catalanes se concedió para mantener a Sánchez en el poder, tiene comprado –con lo que sea— al Centro de Investigaciones Sociológicas, para engañar a los españoles, ha sometido a un cerco intolerable a los jueces independientes que investigan sus tropelías, ha permitido que el número tres de Hacienda perdone multas a fuerza de mordidas, ha visto cómo dos secretarios de Organización del PSOE están siendo señalados como presuntos corruptos por la Guardia Civil y por los tribunales de justicia, como cobradores de mordidas millonarias, ha copiado una tesis doctoral, ve cómo su propia esposa y su propio hermano están siendo investigados por los tribunales, con pruebas abrumadoras. ¿Qué más necesita Sánchez para dimitir? En su huída hacia adelante, el Galgo de Paiporta, como ya se le llama en la prensa extranjera, pierde todo el poco prestigio que le quedaba en Europa y se esconde con inútiles viajes al extranjero para no dar la cara en España, ha hecho del cinismo su mascota en las Cortes y ha formado en torno a él a una guardia pretoriana abominable que hace el ridíciulo más espantoso con tal de defenderlo. Y lo peor es que en esa guardia pretoriana figura un magistrado que tuvo un papel importante en la lucha contra ETA –Marlasca— y una magistrada del Tribunal Supremo, además ministra de Defensa –Margarita Robles—, que ha tenido que pasar por humillaciones intolerables de Sánchez que incluso la llamó “pájara”. Y sigue ahí, no ha dimitido. Qué decir del presidente del Tribunal Constitucional, Conde-Pumpido, que es la vergüenza de los profesionales de la Justicia en toda Europa. Santos Cerdán ha dimitido hoy lunes, por fin, de todos sus cargos en el PSOE y en la política, incluso como diputado al Congreso, abrumado por las pruebas de supuestos sobornos; y los socios de Sánchez –los etarras, no— titubean en su apoyo futuro al PSOE. Pero tiene que ser su propio partido el que eche a Sánchez, de una forma o de otra. Porque está visto que en un Estado fallido las mociones de censura no funcionan, porque a nadie le interesa romper su estatus ni dejar de cobrar el sueldo. Y parece claro también que Sánchez llegó a la Secretaría General de su partido en virtud del pucherazo electoral de libro que le organizó Santos Cerdán. ¿Con qué moral dirige el PSOE y gobierna?¿Le queda algo de vergüenza? ¿Se atreverá a representarnos en Europa? ¿Cómo justificará el Estado fallido en el que ha convertido a España?
martes, 2 diciembre,2025





