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lunes, 1 diciembre,2025

Es verdad, la televisión embobece al hombre

Es verdad, en esto les doy la razón a los sociólogos. Bueno, a algunos. La televisión embobece al hombre (bueno, y a la mujer). Y sobre todo en verano, cuando las plataformas se dedican a “reponer” westerns viejos, películas de Charlot que ya no hacen gracia y cintas románticas art-decó que ni siquiera entretienen, por lo cursis. En el cine, lo antiguo me repele. De nada vale que echen una cinta de Los Ángeles inspirada en los sesenta, porque Los Ángeles en los sesenta no tenía otro interés que los estudios de Hollywood. Es como si a mí me invitan, de noche, al down town de la ciudad californiana. No voy, porque me atracan. Lo que por el día es una urbe llena de vida y trasiego de dinero, por la noche se convierte en un sumidero, donde anidan los delincuentes, que te ponen una pistola en el pecho y a veces te disparan, según les dé. En Los Ángeles, por la noche, hay que estar cenando en un restaurante de 200 dólares el cubierto, pero con el Uber en la puerta del lugar, o refugiado en las zonas residenciales, desde donde llamas a la policía y te envían un helicóptero. Porque Los Ángeles es, como dijo Julio Camba de Nueva York, una ciudad automática. En Los Ángeles, por la noche, las familias tienen encendidos varios televisores en casa. Unos ven los dibujos animados del año catapún; los viejecitos se deleitan con los anuncios de pócimas hidratantes (a los viejos les encantan los anuncios de cremas porque se quedan dormidos con ellos); y los ejecutivos y ejecutivas siguen a Erin Burnett en la CNN. A veces, ella se va, con sus ojos azules y sus titubeos verbales, a las guerras de Oriente Medio y aparecen avances de Erin, en traje de campaña, metida en una zanja. Esto es lo que les gusta a los habitantes de Los Ángeles, que admiran el arrojo natural, no el de los especialistas. Pero la tele, en general, atonta y sobre todo en esta estación llena de sanchismos y corrupciones –me circunscribo a España–, donde el PSOE se ha vuelto más inmoral y donde los magistrados devuelven sus condecoraciones para no entrar en el lodazal de Zapatero. Porque este Gobierno es capaz de ajusticiar de una manera flagrante a San Raimundo de Peñafort, concediendo a sinvergüenzas como Zapatero una medalla judicial. A mí, por ejemplo, si me concedieran el Premio Canarias –algo imposible— escribiría una respetuosa carta a Fernando Clavijo, diciéndole que no lo quiero y que ese premio y sus medallas de oro son una mierda, teniendo en cuenta algunos de los que los han recogido. Otros no. Además, su importe me lo mamaría la Agencia Tributaria, con lo que es mejor que se lo concedan a la propia Agencia Tributaria directamente. Y que lo transmitan por la tele y lo recoja el corrupto socialista de Madrid que recibía mordidas por quitar multas a los infractores tributarios. El segundo de Marisú.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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