Bajo este título provocador se esconde una idea audaz que quizá algún empresario, con una gestión acertada, pueda convertir en una solución para paliar el desempleo, la crisis, diversificar la economía canaria y atender algunas enfermedades. Un remedio para el presente y un negocio con futuro en las islas. Lo primero que habría que comprobar es si el suelo agrícola canario y las condiciones climáticas en los años venideros son adecuados para una plantación a gran escala que ofrezca la recolección de un producto de calidad. Hablamos de la marihuana, una planta que desde hace muchos años es recetada por médicos en determinados casos clínicos.
Existe la Asociación Internacional por el Cannabis como Medicamento (IACM), creada en el año 2000 por especialistas de todo el mundo. Este colectivo lleva casi una década demostrando que la imagen del médico que receta marihuana no es la del joven galeno progresista que «se manda sus canutitos”. Hay un trabajo profesional detrás de las investigaciones que aquí contamos. La creación de esta sociedad científica fue motivada por la necesidad de cambiar la situación legal de la planta de cáñamo, cannabis sativa, y así poder utilizar las matas para curar o aliviar determinados males. Toda la información recopilada hasta el momento, así como las acciones llevadas a cabo frente a administraciones y legisladores de muchos países, ha sido hecha pública en distintos medios. El principal objetivo de algunos médicos, convencidos de los beneficios de la yerba, es poder recetarla a sus pacientes sin problemas legales.
Con la marihuana se han preparado remedios medicinales durante miles de años. El problema está en que la utilización de los derivados de la planta de cáñamo está prohibida en numerosos países o las leyes no son muy claras al respecto. Según distintos estudios, se pueden remediar y/o aliviar: náuseas y vómitos, anorexia, enfermedades del movimiento, dolores, glaucoma, epilepsia, asma, dependencias y síndromes de abstinencia, síntomas psiquiátricos y enfermedades autoinmunes, entre otras.
En Baleares intentaron sacar adelante una ley para autorizar el consumo a pacientes que los facultativos estimen. Es decir, que fumar unas caladas de la droga más hippie y natural de la historia de la humanidad no sea penalizado si quienes consumen son enfermos para aliviar sus males.
Ignoramos si jurídicamente algo así puede prosperar mientras leyes de rango superior penalizan la venta y cultivo de esta sustancia. Mientras que en otras comunidades españolas y numerosos países del mundo, como Estados Unidos, se autoriza el consumo en determinados casos, Canarias podría cambiar el plátano y el tomate, tan subvencionados y con tanta competencia internacional, por unas plantas de marihuana. Dicho sea de paso, ya existen en las laderas de los barrancos de las islas ejemplos de buen crecimiento y arraigo en la fértil tierra de las islas. Al menos es ahí donde la Guardia Civil siempre encuentra las plantas de los furtivos fumadores.
Un planteamiento empresarial serio daría trabajo a médicos, biólogos, ingenieros, químicos, personal sanitario y agricultores. No se trata solo de plantar y recolectar. Supondría la implantación de un importante y próspero tejido industrial. Y la marca sería pegadiza: Canarias Cannabis.
PD: Aviso a los malpensados. Este artículo no fue escrito bajo la influencia de inspiradores humos. Como Clinton, algunos miembros de la Redacción solo probaron en su juventud.
