Aún no ha terminado la “II Feria del Cochino Negro Canario” que se está celebrando en el Museo y Parque Etnográfico Pinolere de la Orotava en Tenerife. Durante los días 1 y 2 de junio de 2024 podrás ver de cerca a un animal que es capaz de ayudarte a comprender cosas extraordinarias. La primera de esas cosas asombrosas es tan obvia que no voy a mencionarla. Aunque te voy a dar una pista: si acudes a la feria podrás hacer una degustación. Pon rumbo a Pinolere y deja lo que estás haciendo de forma inmediata, si en el momento que lees este artículo aún no ha concluido la feria. Una vez hecha esta precisión, me voy a centrar más bien en la impronta cultural del cochino negro en las Islas Canarias.
Vamos a empezar remontándonos a nuestra infancia, cuando estábamos rodeados de nuestros padres y abuelos. Hasta no hace mucho tiempo todo era escaso. La escasez sobresalía por todos sitios. Había que agudizar el ingenio. Nuestros padres y abuelos tenían que saber de todo, pero al mismo tiempo sabían que no era posible conseguir todo. Pero tenías que recoger todo lo que pudieras. Por eso, cuando mirabas a un cochino negro sabías que, si no salía un santo, salía un mortero. Es decir, aunque no hubieses logrado nada, al menos habrías conseguido una buena experiencia para conseguir el objetivo en el siguiente intento. O más simple todavía: siempre se puede aprovechar cualquier cosa, aunque no fuera perfecta. El instinto de supervivencia estaba en guardia y alerta. La vida continuaba y cada reto podía ser un buen trampolín o resorte para mejorar en la vida. Recuerda: si no sale un santo, sale un mortero. El utensilio de madera con el que puedes machacar especias es el mortero. Y recuerda también que un utensilio es una herramienta o instrumento para ejercer un oficio o hacer arte, a pesar de que la insularidad pueda ser infinita.
Cuando llegaron los primeros automóviles, siempre tenías que estar pendiente del espejo retrovisor. Sin lugar a duda: mención aparte son determinadas personas que te encuentras en el camino. Llegaba un momento en el que a algún homo sapiens tenías que decirle que daba más lata que un cochino bajo el brazo. Esto es, parecía que entre el cochino y alguna persona aparentemente no había diferencias. En otras palabras, algunas personas sólo se caracterizaban por llevar un simple atuendo y generar problemas.
Con la irrupción de las redes sociales, la vida real parece que está menguado cada vez más y paralelamente crece un gran oráculo que ahora le llaman inteligencia artificial. De todas maneras, en la vida una cosa te lleva a la otra. Un problema también te puede llevar a otro problema. Los problemas crecen y se multiplican. ¿Qué pasa cuando llegan los problemas con algunas personas? Lo más probable es que acudas sin saberlo a los principios fundamentales del estoicismo. Sin embargo, desde un punto de vista práctico, tienes que saber que cochino mordido no juega con perros. Cuando se quiebra la confianza, lo ideal es que un camino se transforme en varios caminos con direcciones distintas. Que cada persona sea libre de elegir su camino.
Al margen de las diferentes épocas que puede vivir una persona, hay cosas que nunca cambiarán: quién nace lechón muere cochino. Tal vez lo único que cambie sea la percepción del tiempo que tenga cada persona. En la actualidad, la unidad de tiempo es el segundo. Y es que los WhatsApp hay que responderlos de forma instantánea. Algunos llaman este fenómeno “WhatsApp dependencia”. Por el contrario, no hay que perder de vista que en Geología la unidad de tiempo es el millón de años. El planeta Tierra y una persona tienen edades inversamente proporcionales. La edad del planeta Tierra parece infinita. Decía Shakespeare que “malgasté el tiempo, y ahora el tiempo me malgasta”. Dicho de otra manera: no malgastaré el tiempo, y el tiempo no me malgastará. Y eso es precisamente lo que he intentado hoy yendo con mi familia a la “II Feria del Cochino Negro Canario”: aprovechar el tiempo.
