El Real Madrid pasó el trámite del Leganés, con Valverde de lateral derecho, Bellingham de delantero centro y Mbappé y Vinicius juntos por la izquierda. Buen experimento porque incluso Ceballos se hizo dueño del centro del campo en la segunda parte y Asencio se reafirmó como un central tipo Nacho, muy seguro y, además, con buen control de la pelota y que no tiene miedo de avanzar, regateando, cuando es menester.
Ancelotti debe mantener ahí a Bellingham, porque en el centro del campo tiene muchos jugadores que lo hacen bien y a Mbappé hay que ponerlo a la izquierda. Ayer marcó un gol, otro Valverde –de cañonazo en una falta ensayada—y Bellingham, de cabeza, a puerta vacía, tras estrellar Brahim un balón en el larguero, rechazado por Tapia. El Madrid pudo marcar un par de goles más, uno se lo anularon a Mbappé por fuera de juego por medio metro y el mismo jugador francés pudo marcar otro más, pero lo sacó un defensa del Leganés in extremis.
Las veces que fue rápido, el Madrid llegó con peligro a la puerta rival. Fue un partido cómodo para los blancos, que ayer vistieron de naranja. Era un partido de trámite, como lo será el próximo ante el Getafe, en el Bernabéu. El Madrid se acerca al Barça y sería lógico que superara, más pronto que tarde, a sus juveniles. No hay color entre uno y otro equipo, pero el Real se deja meter cuatro, en su campo, por los chicos del equipo catalán, porque a veces se vuelve suficiente e incapaz. Es el sino de los grandes, la condescendencia.
Buen arbitraje de Arberola Rojas, lleno en Butarque y control del Real Madrid en todo momento, con entradas por ambas bandas y por el centro, de vez en vez, desorientando a la defensa local, hasta el punto de que el primer gol llegó por una duda trascendental del medio local Altimira, que se enredó con el balón y los delanteros del Madrid se le echaron encima, perdió la pelota y el Madrid marcó, como quien se toma un vaso de agua.
El partido no tuvo más historia, fue controlado en todo momento por el equipo de Ancelotti, que sacó como titular a Arda Güller y éste hizo una jugada genial que sólo un inspirado Dimitrovich sacó de milagro, en una estirada felina. Arda dejó atrás a medio equipo del Leganés, lástima que el balón no entrara porque era jugada de Maradona.
En fin, partido sin demasiada historia y otro pasito del Real Madrid para acercarse al equipo de Flink, que ayer tropezó en Balaídos ante un Celta que mereció el empate y acaso la victoria (2-2).





