Anoche se produjeron graves disturbios en la localidad murciana de Torre Pacheco, una ciudad de 40.000 habitantes, cuya población es, en más de un 30%, inmigrante, sobre todo marroquí. La paliza propinada a un hombre de 70 años por tres personas, por el momento sin identificar, encendió la mecha de la discordia. El pueblo fue anoche un infierno y la Policía Local y la Guardia Civil tuvieron que multiplicarse para que la cosa no fuera a mayores. La izquierda y sus tertulianos acusan a Vox de atizar el odio y Vox señala a la política migratoria del Gobierno socialista. Siendo objetivos, Vox debería no alimentar lo que alimenta y el Gobierno tendría que ser más coherente a la hora de regular la inmigración. El ejemplo lo tenemos en la avalancha de inmigrantes que ha recibido Canarias, también en lo que nos están costando, con la buena suerte de que aquí la gente es muy civilizada y no se han producido altercados ni sucesos violentos, con algunas excepciones, porque también se han dado situaciones individuales muy graves. Las imágenes de Torre Pacheco se han repetido en Europa, donde gente muy joven, relacionada con la extrema derecha, está saliendo a las calles en varios países entonando canciones fascistas –el Cara al Sol es una de ellas— y clamando contra la inmigración. Repito que es gente muy joven, lo que todavía parece más preocupante. Algo falla, pero ¿qué es lo que falla? El suceso de Alcalá de Henares, tan lamentable, que comentamos en otro lugar de esta edición, se ha saldado con protestas y con cargas a mi juicio desproporcionadas de la policía.
Pero anoche, en Torre Pacheco, los bandos: gente del pueblo, reforzada con anti sistemas incorporados, ultras, magrebíes y hasta grupos de etnia gitana, componían una sinfonía violenta que pudo ser controlada a duras penas por los agentes. Se han registrado algunos detenidos, pero desde y uno y otro lado llovían botellas, palos, hierros y toda clase de artefactos, contra los grupos rivales y contra los agentes. La Sexta y sus pontífices sanchistas concentraron su ira en Vox, pero no es sólo Vox, sino un país desbordado por los acontecimientos, un ministro del Interior que se esconde y un presidente del Gobierno que pasa el fin de semana, aislado de todos, en la finca de Quintos de Mora, Toledo, propiedad del Patrimonio Nacional. Es el Gobierno de España el que está fallando y mientras en otros países de Europa se hallan soluciones a la crisis migratoria, que va cediendo, en España sigue el goteo. Ayer llegaron a El Hierro otros cincuenta inmigrantes ilegales. Y este goteo incontrolado hace que se produzcan estos graves incidentes contra la convivencia. No es normal tener encerradas en centros de acogida a miles de personas, sin oficio ni beneficio, sin futuro, sin incentivos, sólo subsidiados por los ciudadanos de un país que soporta una presión fiscal irresistible. No existe política migratoria. Ojalá todos pudieran integrarse en la sociedad española, pero esto es imposible. Hay de fondo un grave problema cultural. Focalizar el problema en Vox no es coherente. Vox es sólo uno de los problemas. Pero, fíjense en lo que dice el CIS de Tezanos: su ascenso parece imparable. Y esto también me preocupa.





