Mientras la izquierda rancia, en España, le huye a la bandera nacional como los gatos al agua, queriéndola hacer patrimonio de la derecha, el portero español del Chelsea, Robert Sánchez, considerado el mejor guardameta del torneo, se ató a la cintura la bandera de España para recoger su medalla como nuevo campeón del mundo de clubes. Todo un ejemplo de patriotismo. Además de un gran guardameta, un hombre sin complejos que no tiene el más mínimo pudor –como no podía ser menos— de lucir su bandera nacional en tan importante ceremonia. Y lo mismo hizo el español y catalán Cucurella, el gran defensa del Chelsea, que ha completado un espléndido Mundial y que también lució la bandera de su país en la ceremonia. Yo no sólo me alegro de que haya ganado el Chelsea, porque el PSG me cae francamente mal, sino también por la exhibición del equipo de Maresca, que ayer dio una lección de fútbol, sobre todo por la banda derecha, donde Palmer se coronó como un astro del fútbol y, además, marcó sus golitos. El Mundial ha servido para que personajes tan creídos como Messi, Vinicius, etcétera, bajen la cabeza y desciendan a la realidad del fútbol, que debería ser siempre la humildad. Por cierto, en la ceremonia de entrega de trofeos me sorprendió la cordialidad de Donald Trump –que asistió al partido con su esposa, Melania— con los jugadores, los presidentes de los equipos finalistas y el buen rollito de la ceremonia, que antes había tenido algún episodio de nervios por parte de los jugadores del PSG, un tanto dolidos por la derrota. Parece comprensible. Que el presidente de los Estados Unidos entregue los premios de un Campeonato Mundial de Clubes es un éxito indiscutible para la FIFA y para Infantino, su presidente. Pero yo me quedo con el gesto de los dos jugadores españoles del Chelsea, luciendo la bandera de su país en la ceremonia final. Un gesto que, repito, les honra. Que aprenda la izquierda rancia que, eso, le huye a la bandera de su país como un gato al agua. Mentecatos.
lunes, 1 diciembre,2025





