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viernes, 5 diciembre,2025

El discurso del rey

Sánchez, en su pérdida de papeles, se ha convertido en un autarca. No dialoga con la oposición, gobierna a espaldas de las cámaras legislativas, es capaz, prácticamente, de declararle la guerra a Israel, enviando a un buque de guerra a las proximidades de las costas de este país, firma un acuerdo inválido sobre Gibraltar. Esto no es España, esto es la Venezuela de Maduro. Para más inri, arremete contra los jueces españoles desde los Estados Unidos, proclama vehementemente la inocencia de su mujer y de su hermano, enfangados ambos hasta el cuello por presuntos delitos graves que conllevan cárcel, usa al Consejo de Ministros como una banda deleznable que le ensalza a él y proclama la inocencia de su familia, provoca malestar en las Fuerzas Armadas y hasta usurpa la voluntad de un rey obediente que lee un discurso impresentable en la sede de la ONU, pronunciado a las nueve de la mañana, ante una Asamblea de las Naciones Unidas que estaba casi vacía. Por la hora y por la falta de interés demostrado por los representantes. Hasta el ministro de Exteriores español se durmió. Sánchez ha usurpado los poderes del Estado, se ha pasado al propio Estado por el arco del triunfo, desprecia los poderes establecidos constitucionalmente, convierte a España en un país huero de garantías jurídicas, propicia la huida de capitales y camina con una deriva peligrosa, poniendo en peligro la política exterior que ha costado años establecer. Es un auténtico suicida, cuya huida hacia adelante va a arrastrar al propio rey. No nos extraña que si Begoña Gómez llegara a sentarse en el banquillo, Sánchez ordenara a la Inspección de Hacienda que hiciera guardia en las puertas de las casas de cada uno de los miembros del jurado que pueda juzgar a Begoña Gómez, si es que llega a ser un jurado el encargado de dirimir el presunto delito de malversación, tal es su desprecio por la justicia de su país. Sánchez manda emisarios de pésima reputación (Cerdán, en la cárcel, Zapatero, a las puertas de ser declarado en busca y captura por los Estados Unidos) a hablar con un delincuente como Puigdemont, sin pudor, y es capaz de lo que sea para salvarse, por medio de alianzas espurias. Es aberrante la actuación de este hombre que gobierna en España y que ya se ha cargado el espíritu de la Transición y que se cargará la monarquía, si le interesa. Sánchez es un peligro para el Estado y sus socios vascos y catalanes, y el propio PSOE, no parecen capaces, ni siquiera conscientes, de calcular lo que supondrá para ellos mismos dar cobertura a este insensato que mantiene a un país en vilo, en tensión y en permanente enfrentamiento. Y que le acabará dando jaque mate al rey, cuyo discurso sobre la situación en Gaza ha sido una vergüenza. Un discurso que fue redactado (y luego matizado ligeramente por el monarca) por un Gobierno que nos aboca al abismo. Un país que tiene imputado hasta a su fiscal general, por abandarse a la autoridad de Sánchez y convertirse en un compañero de juego peligroso del presidente, para perjudicar a la mujer que el presidente más teme: Isabel Díaz Ayuso. Y, mientras, Núñez Feijóo, líder de la oposición, operándose de cataratas y cambiándose el peinado. Para echarse a llorar.

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