El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado en los últimos días su presión sobre la India debido a su persistente dependencia del petróleo ruso. Mediante publicaciones en su plataforma Truth Social, ha acusado a Nueva Delhi de comprar crudo barato para revenderlo con fines lucrativos, y ha anunciado que incrementará los aranceles sobre las exportaciones indias hasta más del 30 % —superando el 25 % ya aplicado— a partir del 7 de agosto, en lo que considera una estrategia de sanción económica directa por financiar indirectamente la guerra en Ucrania.
Aunque muchos países occidentales todavía comercian con Rusia en productos y energía, India ha recibido un trato particularmente severo. El Sanctioning Russia Act de 2025, impulsado por un grupo bipartito en el Senado estadounidense, prevé aplicar aranceles de hasta un 500 % a países que continúan importando crudo de Moscú sin respaldar a Ucrania. El presidente de EE.UU. considera que India no coopera con sus esfuerzos a contener la guerra.
Frente a ello, Nueva Delhi mantiene firme su defensa. El Ministerio de Asuntos Exteriores de India ha calificado las medidas como “injustificadas e irrazonables”, señalando que las compras desde Rusia fueron promovidas por la propia perspectiva estadounidense al desviar crudo hacia Europa tras el estallido del conflicto en Ucrania. Además, ha denunciado el doble rasero occidental, ya que la UE y EE.UU. continúan comerciando con energía rusa a pesar de haber criticado a India por lo mismo.
A pesar de las amenazas, India no recula. Desde 2022, sus importaciones de crudo ruso se han disparado hasta alcanzar aproximadamente un 35–40 % de su demanda total, una política que le ha permitido contener la inflación y garantizar estabilidad energética para más de 1.400 millones de ciudadanos. Analistas advirtieron que abandonar ese suministro podría incrementar su factura petrolera anual entre 9.000 y 11.000 millones USD y poner en riesgo su balanza comercial, dado que EE.UU. compró productos indios por unos 87.000 millones USD en 2024.
Mientras tanto, el sector refinador indio se enfrenta a la perspectiva de un “shock petrolero”, especialmente después de que EE.UU. sancione navieras y compañías vinculadas al petróleo ruso, lo que podría encarecer aún más la logística y producción de crudo barato. A escala diplomática, India reafirma su intención de mantener una política de “autonomía estratégica” sin ceder ante presiones que considere un ataque a su soberanía.
En definitiva, la escalada diplomática entre EE.UU. e India por el petróleo ruso pone en tensión una relación estratégica que hasta hace poco disfrutaba de un acercamiento sin precedentes. India apuesta por su estabilidad interna y seguridad económica, mientras Washington endurece aranceles y plantea sanciones que podrían poner en jaque el crecimiento indio y transformar por completo el mapa del comercio energético global.





