Arrinconado en su reducto de La Moncloa, Sánchez demostró este domingo que está enfermo. Interrumpió la película de TVE para comparecer en una rueda de prensa, a la que no asistieron sino cuatro gatos, al más puro estilo de Venezuela. Chávez ordenaba por decreto que todas las televisiones conectaran con Miraflores cuando pronunciaba sus discursos incendiarios. Sánchez está gravemente enfermo porque, además, puso en boca de Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, algo que éste no dijo en su carta a Sánchez. Lo que ha hecho Rutte es dar tiempo al Gobierno de España para que cumpla con su compromiso económico, pero jamás le ha permitido (porque, además, no puede) que incumpla con el 5% del presupuesto estipulado para gasto militar. Sánchez miente y no se da cuenta de que miente, es un sicópata que empieza a ser peligroso y tampoco percibe que engaña a sus socios y a los ciudadanos. Es un mentiroso compulsivo, que está acorralado y que aprovecha cualquier cosa, aunque la tenga que tergiversar con premeditación y alevosía, para apuntarse un tanto, que no es tal. Además, con maldad e ironía. Le ha dicho a Feijóo, enviándole la carta de Rutte: “Que alguien le traduzca esto”, porque Feijóo creo que no sabe inglés. Pues debería aprenderlo. Aunque si el único mérito de Sánchez es que aprendió inglés fregando vasos en la City, que Dios nos coja confesados. Interrumpir a los ciudadanos una película, en domingo, para dar a conocer, tergiversándola, una carta del secretario de la OTAN es estar como una chota. La presión, incluso de sus socios Frankenstein, es tal que Sánchez ha perdido los papeles y está más perdido que el barco del arroz. Ya no sabe qué hacer ni qué decir. Supongo que este fin de semana lo habrá empleado en hablar con Koldo y Ábalos para que dijeran que ellos no se reconocen en las grabaciones de la UCO entregadas al juez del Supremo, al que le faltó un pelo para enviarlos a los dos a la mazmorra. Lo hará si continúan sin declarar y lo solicitan las acusaciones. Pero mientras no hablen, Sánchez estará más tranquilo, con la carta –mal traducida– de Rutte en el bolsillo. Veremos si alguien le dice algo en la cumbre de La Haya o todo el mundo se calla como putas. Pero yo estoy convencido de que Sánchez lo que necesita es un equipo de siquiatras que lo devuelva a la realidad, porque la presión es tanta que ha perdido el sentido. Y esta circunstancia nos puede meter en líos, aunque Sánchez pinta menos en el concierto internacional que el copríncipe de Andorra.
lunes, 1 diciembre,2025





