El Hotel Taburiente es ya una institución en Santa Cruz de Tenerife. Abrió sus puertas en 1966 como un pequeño hotel residencia de dos estrellas, con unas 45 habitaciones.
Con los años fue ampliando capacidad y servicios, pasando por sucesivas reformas y ampliaciones en los años setenta, ochenta y dos mil, hasta convertirse en el hotel urbano de referencia frente al Parque García Sanabria, con más de 170 habitaciones, piscina en la azotea, gimnasio, varios restaurantes y amplios salones para eventos.
Detrás de ese crecimiento hay una familia. Hoy, la tercera generación está al frente del negocio: Miguel Ruiz, ingeniero industrial reconvertido en hotelero, es el director del Taburiente, mientras su hermano Agustín dirige La Laguna Gran Hotel, el otro gran proyecto de la saga.
Al escuchar a Ruiz, cuesta no pensar en todas las capas de tiempo que se superponen en el Hotel Taburiente: la pensión de los años sesenta que abría por una calle de barrio, el hotel de tres estrellas que fue creciendo junto al Parque García Sanabria, los salones de bodas y graduaciones de los noventa y dos mil, y, ahora, el cuatro estrellas de diseño, con piscina en la azotea y restaurantes propios, que juega en la liga del turismo urbano y de calidad.
Hablamos con Miguel sobre relevo generacional, la transformación del hotel, el nuevo perfil de turista urbano en Santa Cruz y los retos del sector.
- En tu perfil se ve que estudiaste Ingeniería Industrial, que pasaste por La Laguna Gran Hotel… ¿Cómo acaba un ingeniero industrial dirigiendo un hotel familiar?
- Es curiosa la historia. Yo empiezo estudiando Ingeniería Industrial un poco porque se me daban bien las ciencias, no por un amor especial a ellas. Cuando termino la carrera, paso un verano aquí, en el hotel, ayudando con cosas muy concretas, más técnicas. A medida que me voy metiendo un poco en la empresa. que al final es una empresa familiar, me doy cuenta de que sirvo de gran ayuda, de que cada cosa que hago resuelve problemas importantes.
Ese verano yo ya estaba pensando en volver a Madrid para buscar trabajo como ingeniero o consultor, no tenía muy claro por dónde tirar. Y de repente veo que aquí “hago falta”, entre comillas, que le vengo muy bien a la empresa familiar, que además ya tocaba un relevo generacional, al menos en el Hotel Taburiente. Así que me quedo, poco a poco voy asumiendo más cosas y, al final, paso al completo: a los tres o cuatro meses ya estaba haciendo tareas de director de hotel.
Mi hermano Agustín llevaba ya seis años trabajando en La Laguna Gran Hotel y para mí fue un ejemplo a seguir. Mucha parte la aprendí en esos primeros meses para poder llegar a director, pero la mayor parte la aprendí durante toda mi vida: salía del colegio, venía al hotel, observaba lo que hacía mi familia cada día. De ahí salgo.
“Hemos hecho una reforma integral a lo largo de cinco años sin que casi nadie se diera cuenta”
- Cuando llegas como director, ¿qué hotel te encuentras? Mucha gente recuerda bodas, reuniones… y ahora la sensación es de un cambio enorme. ¿Cómo ha sido ese proceso de actualización al siglo XXI?
- El hotel ha tenido muchos cambios a lo largo de la historia. Abrió en el 66 como una pensión. Luego pasó a tener 100 habitaciones, ampliando siempre con edificios y bloques de alrededor. En 2006 se hizo la reforma más grande hasta ese momento: el hotel pasa a tener 165 habitaciones, se amplía el restaurante y se hacen varias mejoras importantes.
Desde entonces, el hotel se había quedado más o menos estabilizado hasta la pandemia. Ahí es cuando empezamos reformas más importantes en las zonas comunes y en algunas habitaciones. Desde entonces, todos los años hemos ido bloqueando partes del hotel y renovándolas, hasta este año, que el hotel ha quedado completamente renovado al 100 %. Estamos terminando las últimas habitaciones.
Ahora estamos justo a puntito de terminar la reforma total y completa. Siempre quedarán cosas que mejorar, pero hemos hecho una reforma integral a lo largo de los últimos cinco años… casi sin que nadie se diera cuenta.
Las dos puertas del Taburiente
- Hay un detalle muy “santacrucero” del que casi nadie habla: el hotel tiene dos entradas. Mucha gente ni siquiera lo sabe. ¿Siempre fue así?
- Sí. El hotel, cuando abre en el 66, lo hace por la calle Doctor Guigou, como pensión Hotel Taburiente. Cuando pasa a ser un hotel de tres estrellas se amplía con un edificio que da a la calle Doctor José Naveiras, que, obviamente, es más bonita porque da al parque. Ahí se decide hacer directamente la entrada, el hall y la recepción por Naveiras, que al final nos interesaba a nosotros y a los clientes. La antigua entrada queda, pero la “cara” principal pasa a ser la del parque.
- Santa Cruz lleva años vendiéndose como “capital turística de una isla turística”. ¿Cómo has visto tú, desde el hotel, esa evolución de la ciudad hacia un perfil más hotelero, con más oferta de 3, 4 estrellas?
- Se ha notado muchísimo en los últimos años el aumento del turismo, tanto corporativo como de ocio. Y lo más importante: se ha notado el aumento de calidad de ese turismo. No solo ha crecido el número de visitantes, ha crecido el nivel. La gente que viene ahora está dispuesta a pagar más y eso, al final, es lo que nos interesa.
No buscamos solo volumen, porque Santa Cruz es limitada. Eso lo tenemos claro todos y ya se está hablando mucho a nivel mediático. Desde nuestra posición, entendemos que el objetivo tiene que ser mejorar la calidad. Yo he visto aumento de volumen y aumento de calidad, pero nos gusta más lo segundo: es lo que nos obliga a mejorar, lo que genera puestos de trabajo más cualificados y lo que permite aumentar empleo sin tener que “añadir carreteras”, por decirlo así.
Del sol y playa al Anaga y La Laguna
- ¿Ha cambiado también el perfil del visitante de la zona metropolitana? ¿Ya no es esa Tenerife de sol y playa que “duerme” siempre en el sur?
- Sí, totalmente. El aumento de calidad viene con un cambio de perfil. Una de las cosas que estamos viendo últimamente es la llegada de productoras, por ejemplo, en el ámbito del turismo corporativo. Y en turismo de ocio, se nota mucho el tirón de Anaga, de La Laguna… un turismo más cultural, no tanto de sol y playa.
Es un cliente que viene con una intención, para nosotros, más “pura”. Y nos gusta mucho ese cambio de perfil porque es un cliente más tranquilo, más respetuoso. Creo que es justo lo que nos hace falta ahora mismo en esta ciudad.
- Se habla mucho de “turismo de experiencias”: gastronomía, cultura, actividades… ¿Qué papel puede jugar un hotel urbano como el Taburiente en esa búsqueda de experiencias?
- Seguro que podemos aportar. De hecho, nosotros, a nivel interno, le ponemos mucho esfuerzo. Antes teníamos solo un restaurante en el hotel; ahora tenemos, en la práctica, tres espacios: el buffet, donde servimos el menú diario, y dos restaurantes, uno de ellos recién abierto, Sagrario. Eso es un aumento de calidad y una experiencia más a la que puede acceder el cliente. Además, también hemos mejorado la zona de piscina.
Internamente hacemos mucho trabajo para mejorar las posibilidades de experiencia que puede tener el huésped. A nivel externo creo que queda camino por recorrer, tanto por nuestra parte como, sobre todo, por las empresas turísticas. Hay margen para aumentar las colaboraciones en experiencias como tours por los montes de Anaga, propuestas en la ciudad, etc. Ya hacemos alguna cosa, pero hay muchas más posibilidades. El reto es cómo hacerlo manteniendo la calidad y el respeto al entorno.
Tasa turística: “Lo importante es en qué se gasta”
- Una encuesta reciente decía que los turistas estarían dispuestos a pagar una tasa turística de un euro sin que se resintiera la demanda. ¿Tú estarías a favor de implantarla en Santa Cruz, Tenerife, Canarias?
- Aquí tengo que diferenciar. A nivel personal, sí, estaría de acuerdo con una tasa turística bien planteada. Creo que no se notaría tanto en el número de turistas, pero lo importante es ver cómo se usa luego ese dinero.
Nuestra opinión como grupo va por ahí. S e puede plantear una tasa, como hay en muchos destinos, pero hay que revisar muy bien cómo se va a utilizar. Si es una tasa para Santa Cruz, debería reinvertirse en la calidad de Santa Cruz: mejorar calles, plazas, infraestructura, espacios públicos… la mejora general, no solo turística. Para eso, estaríamos encantados. Hay otros usos posibles con los que quizá no estaríamos tan de acuerdo, pero como idea, la vemos como una posibilidad.
- ¿Cómo ves las protestas contra el modelo turístico, el debate sobre el cambio de modelo, el “tourism not welcome”…? ¿Se percibe distinto desde un hotel urbano que desde un resort de sol y playa?
- Hay una parte lógica en ese manifiesto que tiene sentido: los números están ahí, el turismo ha aumentado muchísimo. Y, como decía antes, siempre hemos apostado más por un turismo de calidad que por cantidad.
Es verdad que el motor de Santa Cruz y de Canarias, lo que da de comer a mucha gente, es el turismo y todo lo que deriva de él. Por eso hay que tener cuidado con dónde se ponen las limitaciones. Pero sí confiamos en que, mejorando la calidad de los hoteles y del destino, se puede mejorar la situación local y provincial a la vez que se mantiene y se mejora la calidad del turismo, atrayendo a un visitante más respetuoso.
- Una de las críticas recurrentes en esas manifestaciones es que buena parte de la planta hotelera en Canarias está en manos de grupos de fuera: baleares, catalanas, cadenas internacionales… ¿Crees que eso influye en la sensibilidad hacia el territorio?
- Es inevitable. No es lo mismo lo que va a querer hacer con un espacio virgen natural un belga que un canario. Generalizando, claro, pero se nota. Eso influye muchísimo.
Lo que no podemos ni debemos limitar es que alguien de Baleares o de Bélgica compre un terreno e invierta en él como puede hacer cualquier canario en Mallorca o en Bruselas. Hay que buscar medidas que se adapten a esa normativa a la que estamos sometidos y ver qué soluciones hay.
Lo que sí sé es que, si nosotros nos planteamos una inversión, lo hacemos respetando el medio ambiente, la sociedad canaria y la calidad. Y no tengo tan claro que un inversor de fuera vaya a poner esos tres elementos en primer lugar.
Mayor competencia en la capital
- En los últimos años han abierto varios hoteles que ahora de denominan “boutique” o “emblemáticos” en Santa Cruz. ¿Cómo ve esa competencia tras décadas con una red hotelera más limitada?
- Yo creo que es bueno. Al principio, como es lógico, asusta: de ser cuatro o cinco hoteles relevantes, pasamos a tener más competencia directa, más oferta. Pero con el tiempo hemos visto que esa competencia ha resultado en un aumento de la calidad general del destino. Nos ha obligado a mejorar.
Aunque nosotros siempre hemos intentado evolucionar, tener un hotel renovado al lado te hace esforzarte más todavía. Creo que nos ha dado una “obligación de cumplir” que, al final, nos ha salido bien.
- También ha crecido el número de cruceros que llegan a la capital. ¿Eso se nota en el Taburiente o son dos mundos separados?
- Van de manera paralela. Sí recibimos bastante tripulación, pero no hay cruce de clientes.
Otra cosa es el impacto en la ciudad. Ahí sí que hay mucho potencial y muchas preguntas. A veces ves cuatro cruceros en el puerto y luego caminas por Santa Cruz y las tiendas están vacías. Piensas: “¿Dónde están? ¿Qué están haciendo? ¿A dónde se los han llevado?”. En los hoteles, desde luego, no están. Creo que ahí hay trabajo por hacer a nivel ciudad.
El cliente que más sorprende
- ¿Cuáles son ahora los principales mercados emisores del Taburiente? ¿Hay algún cliente que te sorprenda especialmente?
- Curiosamente, el cliente que más nos sorprende es el canario, que sigue siendo mayoría. Llevamos muchos años así y siempre llama la atención, con gente de todo el Archipiélago e incluso de la propia Santa Cruz. Es un volumen altísimo.
Después estaría el cliente peninsular. Y, poco a poco, está aumentando el cliente inglés y el alemán. Pero es un turista muy distinto al típico inglés que va al sur “a emborracharse”, aquí viene con un objetivo más cultural que de sol y alcohol. Eso nos encanta, porque no estábamos acostumbrados a tanto turista extranjero. Antes podía ser un 15 %, ahora ya ronda el 30 %. Y es un turismo respetuoso.
- El hotel tiene fama de ser un clásico para bodas, graduaciones y eventos de empresa. ¿Qué peso tiene esa parte del negocio y cómo la gestionan?
- Es una parte muy importante. Tenemos un departamento dedicado solo a eventos y salas con capacidad de hasta 450 personas, con catering incluido. Hacemos cenas de empresa, bodas, comuniones, graduaciones, cenas de conferencia, coffee breaks… todo ese tipo de servicios.
No solo para gente de Tenerife que busca espacios y servicio, también para grupos que vienen de fuera y se alojan en el hotel y necesitan un lugar para sus actividades corporativas. Es una pata muy relevante del negocio. Tuvo una bajada alrededor de 2015 y después de la pandemia parecía que iba a caer más, pero ha sido al revés: en los últimos años ha ido subiendo en torno a un 10 % anual.
Ronda rápida
- ¿Qué hace al Hotel Taburiente diferente del resto de hoteles de Santa Cruz?
- Sobre todo, el diseño, los espacios que tenemos y la flexibilidad para cubrir cualquier necesidad que pueda tener el huésped.
- Si tuvieras que describir el hotel con tres palabras…
- Calidad, servicio y flexibilidad.
- ¿Qué reformas o mejoras recientes crees que más impresionan a los clientes?
- La zona de piscina, la zona de gimnasio y el conjunto de habitaciones reformadas. Es donde más se nota el salto.
- ¿Tu rincón favorito del hotel?
- Nuestros restaurantes y, sobre todo, la zona de solárium. Es fantástica y tiene algo especial con esas vistas espectaculares de Santa Cruz.
Pero el Taburiente no es solo un edificio bien situado en el “barrio de los hoteles”, es una empresa familiar que ha visto crecer a la ciudad y ha sabido adaptarse sin perder el trato cercano.
Esa mezcla de tradición, flexibilidad y apuesta por la calidad en el servicio, en la gastronomía y en la forma de entender el turismo es, probablemente, su mejor carta de presentación para seguir siendo, muchos años más, parte del paisaje sentimental de la capital tinerfeña.





