Un mentecato que presenciaba el paseo romero de ayer en el Puerto de la Cruz se empeñaba en hacerle fotos con la cámara de su móvil a los huevos de un toro. Se acercó hasta un palmo. La gente le afeó su acción. Y yo le pregunté, desde el balcón: “Oiga, ¿por qué no le hace fotos a los huevos suyos? Iba a quedar bonita la fotografía, imbécil”. El tío, ni puto caso, pero la bronca se la llevó por su falta de respeto al pobre animal, que tiraba de una carreta, correctamente tratado por el boyero, tengo que decirlo. Era aquel un sujeto que le pedía papas y huevos duros –la cosa iba, indudablemente, de huevos— a los romeros. Un tolete de esos que aparecen por la calle. Ángel Isidro Guimerá, que en paz descanse, tenía una frase muy buena para indefinir a los culichichis: “No me preguntes qué es un culichichi, echa un vistazo alrededor y los ves, caminando por la calle”. Y es verdad, hay palabras que no necesitan definición. Un culichichi es un imbécil que te encuentras en una procesión, en una cabalgata o en el Casino de los Caballeros. O en el Oliver, uf, no me olvido del Oliver. En el Náutico los hay, pero se ven menos, porque están sumergidos en la piscina. Una vez la vaciaron porque se atrevió a tirarse un negro, que además jugaba en el equipo de baloncesto. Pero los tiempos han cambiado, el Casino admitió al primer hindú gracias a una cruzada que emprendimos unos cuantos y a una junta tolerante. Una vez, un presidente del Club de Golf El Peñón, cuyo nombre no voy a dar, vio jugando a un negro alto, muy elegante y preguntó al caddy qué hacía “ese negro” allí. El caddy –también se puede escribir caddie— le dijo: “Lo invitó usted”. “Yo no”, respondió el idiota, “aquí los negros no entran”. “Pues dígaselo a él, ese señor es el almirante de la flota americana que está atracada en el puerto de Santa Cruz”. El bobo enmudeció para siempre y a partir de ese día hubo tolerancia y se acabó el racismo en El Peñón. Son cosas que pasan y que uno las conoce más por viejo que por diablo y que no las olvida, porque aquí se ha sido muy racista, a pesar del autobombo que se dan estas mierdosas islas de cosmopolitismo y de esas zarandajas. Y resulta que no hay más que culichichis. Tú los ves, por la calle, decía mi amigo Ángel Isidro, que nos mira desde donde esté.
lunes, 1 diciembre,2025





