Como en Panamá

El otro día hablé por teléfono con un empresario residente en Panamá, que fue íntimo amigo del general Noriega. Era tan amigo del difunto dictador que todavía le niegan la visa de entrada en los Estados Unidos. Dos veces la ha solicitado y las dos veces se la han rechazado. Me ha dicho que lo que está haciendo Trump con Venezuela se parece mucho a los tiempos en que la CIA “extrajo” a Noriega y lo encarceló en los Estados Unidos. Lo del Caribe, el despliegue naval y aéreo, es una maniobra de distracción, al mismo tiempo que otra de bloqueo a los barcos y submarinos del narcotráfico. Y que en el momento en que menos se lo espere, la CIA se llevará en volandas a Maduro y a sus sicarios fuera del país. Bien a Guantánamo o bien directamente a una prisión federal norteamericana, porque la Fiscalía almacena montañas de cargos contra ellos. Pero el régimen chavista se encuentra en almoneda, lo mismo que el de Nicaragua y, un poco más despacio, el de Cuba, que también caerá. Hasta el punto de que Díaz-Canel se está blindando económicamente con la ayuda de sus hijos, una de las cuales fue detenida en la frontera de Argentina con Bolivia con dólares en efectivo y lingotes de oro; y otro de cuyos hijos ha comprado un complejo turístico en la República Dominicana y un palacete en Santo Domingo, que sería la residencia del presidente cubano próximamente exiliado. Deberán tener cuidado con el Gobierno dominicano, que está muy aliado con los Estados Unidos. Recuérdese que el secretario de Estado USA, Marco Rubio, personalmente, se incautó de un avión privado del Gobierno venezolano en el aeropuerto de Santo Domingo, hace unos meses. Las autoridades de Santo Domingo dieron todas las facilidades del mundo para esa incautación. Los tres dictadores latinoamericanos y sus sicarios (Díaz-Canel, Maduro y Daniel Ortega) ya no tienen a dónde ir, como no sea a Irán, a China o a Rusia. Pero Maduro parece que está enviando su fortuna, o parte de ella, a Nicaragua, con lo que concluyo que no le durará mucho tiempo segura. Como se la trinque Rosario Murillo, que ya no tiene dientes de tanto chupar, se la liquida en un plis plas. En fin, ¿estamos en el final de las dictaduras en América Latina? Ojalá, usted.