El futuro presupuesto de la Unión Europea aún está en fase de negociación, pero ya ha encendido las alarmas en Canarias.
El presidente Fernando Clavijo ha expresado públicamente su “frontal rechazo” a la propuesta de nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) porque, tal y como está planteada, pone en riesgo el POSEI, el principal escudo de la agricultura y la ganadería del archipiélago, y diluye el trato específico que el Derecho europeo reconoce a las regiones ultraperiféricas.
Qué quiere cambiar Bruselas
El Marco Financiero Plurianual es el gran presupuesto de la UE, fija cuánto dinero se gastará y en qué prioridades (agricultura, cohesión, investigación, defensa, etc).
La gran novedad es un cambio de estructura: en lugar de múltiples fondos separados (cohesión, política agrícola, social, pesquera…), la Comisión quiere agrupar buena parte de ellos en un gran marco común gestionado a través de Planes Nacionales y Regionales.
Esos planes serían la herramienta única para canalizar inversiones y reformas, con más poder para los gobiernos nacionales y una lógica parecida a la de los fondos de recuperación post-COVID.
A la vez, se introduce un nuevo enfoque “rural”: se reserva una parte de esos planes a objetivos ligados al campo y a la agricultura, pero sin separar ya, de forma tan clara como hasta ahora, la Política Agraria Común de otros instrumentos.
El POSEI
Para entender por qué Canarias se planta, hay que mirar al POSEI, el Programa de Opciones Específicas por la Lejanía y la Insularidad. Es un régimen europeo creado precisamente para compensar los sobrecostes de producir en territorios alejados, insulares y fragmentados como Canarias, Azores, Madeira o los departamentos franceses de ultramar.
En el caso canario, el POSEI comunitario garantiza cada año varios centenares de millones de euros para ayudas directas a la agricultura, la ganadería y un apoyo específico al plátano de Canarias, que se lleva una parte muy importante del paquete. Además está el Régimen Específico de Abastecimiento (REA), que subvenciona la llegada de materias primas y alimentos esenciales al archipiélago.
A eso se suma un POSEI adicional financiado por el Estado, que complementa la ficha europea. En la práctica, este entramado es lo que permite que sigan siendo viables producciones como el plátano, el tomate de exportación, el ganado caprino u ovino o muchos quesos locales, compitiendo con productos más baratos del continente o de terceros países.
Sin este régimen diferenciado, buena parte del sector primario canario tendría muy difícil sobrevivir en un mercado abierto.
Qué cambiaría
El choque llega cuando la nueva propuesta plantea integrar los fondos que hoy tienen etiqueta específica para regiones ultraperiféricas dentro de ese gran fondo único gestionado a través de los planes nacionales.
En la práctica significa que los sobres específicos para las RUP dejan de aparecer como “cajones” separados en el presupuesto europeo y el dinero del POSEI pase a formar parte de un paquete más amplio, compartido con otras políticas. Por ello, el reparto concreto dependería mucho más de las decisiones de cada Estado en su plan nacional.
Además, las principales organizaciones agrarias europeas vienen advirtiendo de que, con la nueva arquitectura, la financiación agrícola y de desarrollo rural tendería a reducirse y a competir directamente con otros objetivos, lo que deja al campo en una posición más frágil que en marcos anteriores.
En ese contexto, Canarias y el resto de regiones ultraperiféricas han levantado un frente común.
Entienden que si deja de constar como un compromiso concreto de la UE con la ultraperiferia y queda más expuesto a las decisiones internas de cada Estado, año a año.
Las RUP recuerdan que su estatus está recogido en el artículo 349 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que obliga a adoptar medidas específicas por su lejanía, insularidad y fragmentación. Diluir esos instrumentos en un esquema general, argumentan, va justo en la dirección contraria.
El Gobierno canario y el sector agrario insisten en que si el POSEI pierde autonomía o volumen, los primeros en notar el impacto serán el plátano, el tomate, ya muy castigado en los últimos años y sectores como el caprino-ovino, la leche, la papa, la cochinilla o la miel de abeja negra.
Con menos ayudas específicas, estos productos tendrían más difícil mantenerse rentables.
“Objetivo rural”
Otro punto de fricción es el enfoque del “objetivo rural” que ha introducido la Comisión. Como recuerda el presidente canario, Canarias no encaja fácilmente en la categoría de “región rural” al uso.
Es un archipiélago alejado, con mercados pequeños, fuerte presión turística y unos costes logísticos muy superiores. Tratarla igual que a una región interior del continente puede sonar a igualdad, pero en la práctica es una forma de injusticia, los problemas de partida no son los mismos.
Las RUP también critican el giro institucional de la propuesta. La nueva arquitectura refuerza el papel de la Comisión y de los gobiernos nacionales en el diseño de los planes, y debilita el papel directo de regiones y Parlamento Europeo en la definición y seguimiento de las políticas de cohesión y agrícolas.
Al menos, Canarias no está sola en esta batalla. Las nueve regiones ultraperiféricas han firmado una posición común en la que piden revisar la propuesta del MFP y blindar instrumentos como el POSEI y otros fondos específicos.
La propuesta de la Comisión es solo el punto de partida y todavía queda negociar, pero la idea de las RUP es presentarse como bloque ante la Comisión, el Consejo y el Parlamento, y recordar que la ultraperiferia no es un pie de página del Tratado, sino una realidad que afecta a millones de ciudadanos europeos repartidos por varios océanos.
