A pesar de sus 88 años, o quizá por eso, Alberto Vázquez-Figueroa (Santa Cruz de Tenerife, 1936) continúa arrastrando a un gran número de fieles lectores a la presentación de cualquiera de sus novelas. Este ha sido el caso de “La Gran Sequía”, (mayo, 2024) el último libro escrito por el tinerfeño afincado en Madrid, cuya firma de ejemplares convocó en la caseta de su editorial, Edhasa, a cientos de lectores que formaron una interminable cola, de las más numerosas de la feria, en el marco del Parque del Retiro madrileño.
Con más de cien obras publicadas, muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine o la televisión. Esta es la razón por la que Alberto tiene, desde sus primeros éxitos editoriales, a una legión de lectores que siguen fieles a sus relatos de aventuras, en cuyos libros, además de entretener, el lector aprende geografía, cultura, historia a través de las peripecias de sus fascinantes personajes.
Alberto Vázquez-Figueroa nació el 11 de octubre de 1936 en Santa Cruz de Tenerife. Nieto de un farero, su madre nació en la remota isla de Lobos, próxima a la isla de Fuerteventura. Por motivos políticos, se fue a vivir con su tío al África española en el Sáhara occidental, donde pasó los primeros dieciséis años de su vida, en el desierto.
Su educación, entre pizarras de arena, pupitres a la sombra de palmeras y con un sol infernal y justiciero, pendía exclusivamente de los libros que su tío guardaba en una modesta biblioteca: Stevenson, Julio Verne, Joseph Conrad, Herman Melville, escritores que contaban historias de lugares exóticos, de vidas como la del pequeño Alberto.
Conserva aún sus cámaras antiguas, las que grabaron el horror y el sin sentido de las guerras y las revoluciones políticas que contó al mundo a través de La Vanguardia y RTVE. Rehuía las moquetas y las sillas de las redacciones de los periódicos.
Dos meses después de graduarse en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, en 1959, compró un velero con un par de amigos para surcar las turquesas e insólitas aguas de la Polinesia.
Hoy, más de sesenta años después, continúa con su rutina diaria de escritor, actividad a la que dedica toda su jornada en su residencia de Madrid.
Traducido al chino, al búlgaro, al ruso y al árabe, ha vendido 32 millones de libros por todo el mundo, siendo uno de los escritores hispanoamericanos más leídos en las últimas décadas, y sin duda, el escritor español vivo que más libros ha vendido.