El tiroteo ocurrido este domingo en Bondi Beach, una de las playas más emblemáticas de Sídney, dejó al menos doce personas muertas en lo que las autoridades australianas han calificado como un atentado terrorista dirigido contra la comunidad judía. El ataque se produjo durante una celebración pública de Janucá, que congregaba a numerosas familias y asistentes en la zona, cuando dos hombres armados abrieron fuego de forma indiscriminada contra la multitud.
Uno de los atacantes murió en el lugar tras ser abatido por la policía, mientras que el segundo fue detenido herido y permanece bajo custodia. Las fuerzas de seguridad han identificado al arrestado como Naveed Akram, residente en el suroeste de Sídney. La identidad del segundo tirador no ha sido difundida oficialmente. La investigación policial sostiene que ambos actuaron de forma coordinada y analiza si existieron apoyos logísticos o vínculos con redes extremistas.
Además de las víctimas mortales, decenas de personas resultaron heridas, varias de ellas de gravedad, lo que obligó a desplegar un amplio dispositivo de emergencia con ambulancias, helicópteros medicalizados y unidades antiterroristas. Testigos presenciales relataron escenas de pánico y huidas masivas en una zona habitualmente asociada al ocio y al turismo.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, condenó el ataque y lo describió como “un acto de antisemitismo vil, de terrorismo, que ha golpeado el corazón de nuestra nación”, subrayando que se trata de uno de los episodios de violencia más graves vividos en el país en las últimas décadas. Las autoridades han reforzado la seguridad en eventos religiosos y espacios públicos mientras continúa la investigación para esclarecer plenamente la motivación y el alcance del atentado.
