A Sánchez lo tiene que remover el PSOE

Ansioso estoy por saber el contenido del segundo informe de la UCO, que promete. Yo creo que se reservan para el tercero el contenido del sobre de Aldama, que es donde está una de las grandes claves del asunto. De lo contrario, Aldama estaría en el talego y anda libre como un pájaro, incluso en la prensa rosa, con un romance inexistente con una bella eurodiputada de Vox, que el mismo Aldama se ha encargado de desmentir. Él tiene pareja y Mireia también. O sea que, paparazzis, adiós. Pero yo creo que quien tiene la obligación de remover a Sánchez, tras los escándalos de corrupción –sólo falta que coloque a El Dioni como secretario de Organización tras el próximo comité federal socialista–, es el propio PSOE. Porque está claro que el PP es incapaz, Vox no dispone de los votos suficientes para interponer una moción de censura en el Congreso y es la masa crítica socialista la que debe olvidarse de sus sueldos y pensar más en la necesaria integridad a la que se debe un partido. Una fuerte contestación interna es lo único que hoy no resistiría Sánchez, por más trampas que hiciera en el escrutinio, que las haría, no me cabe la menor duda. Con Koldo y Ábalos y Cerdán escondidos tras las cortinas o con Torrente de presidente de una mesa electoral, que eso da igual. Lo importante es hacer la trampa. Esta semana, Sánchez se enfrenta al Congreso de los Diputados, pero ahí no va sino a haber insultos y pataleos, como en Corea del Sur y por ahí. Y, si acaso, algún piñazo, que ni siquiera lo creo. O sea, que yo le daría la responsabilidad de su expulsión para siempre al propio PSOE, porque de lo contrario el PSOE se moriría como partido para convertirse en una caja fuerte custodiada por mamones. Si quieren eso, conserven a Sánchez en el cargo hasta 2027. Si no, denle la patada en el culo en el próximo comité federal, tras el cual quizá pretenda acometer una remodelación del Gobierno. A lo mejor vemos a Torrente de ministro del Interior y a Koldo de responsable de Finanzas. En España todo puede suceder. Incluso que el yerno de Sabiniano Gómez sea el presidente del Gobierno y su mujer, la Bego, la primera dama. Y yo con estos pelos.