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Naturalmente que el canciller Merz le dijo a Sánchez que nada del catalán en Europa –lo cual a Sánchez le importa un carajo, aunque lo intenta, porque le dijo a Puchi que era un hecho–, ni reconocimiento de Palestina como Estado por parte de Alemania, porque no lo es. Luego, ¿a qué vino Merz? A nada, a pasearse. En Alemania no es que lo quieran mucho, pero no tienen a otro. Más de lo mismo. Acabaré cambiando de profesión, porque no es agradable contar lo mismo cada día, aunque me parece que a mis 78 es un poco tarde. Ya no me querrán en ningún lado. Este mundo se está poniendo cada vez más idiota y este país no digamos. Lo mejor de todo es lo del fiscal general, que se cree distinto a los demás mortales y ha recurrido la exigua fianza que le han puesto, creo que se la dejaron a la mitad y todo: 75.000 euros. Con lo abusadores que son los fiscales con las fianzas y este tipo anda con rebajas, siendo el más fiscal de todos ellos. El jefe. El puto amo. En fin, que de aquí a diciembre no pasará nada, o sea que si quieren no me lean porque no creo que este país colapse, ni que Europa entre en guerra, ni que “extraigan” a Maduro. O sea que celebraremos la Navidad viendo películas cursis de Netflix y todo seguirá igual por los siglos de los siglos. Disculpen mi aburrimiento, pero es que aquí no se resuelve nada y el único presunto delincuente que ha entrado en la mazmorra es Cerdán, que de momento paga los platos rotos de Sánchez, de la familia, de Koldo y de Ábalos, estos dos últimos caídos en desgracia, el primero en subasta. Por cierto, que han subastado el Ferrari de Aldama por 25.000 euros. Voy a pujar. Conseguir un Ferrari por esa cantidad es un chollo universal y además con la firma de un juez en los papeles. Algún subastero de la legión que hay en este país se apoderará de la máquina, no lo duden. Mientras, Aldama protesta, alzando los brazos al cielo, de que su coche del alma valga tan poco. Las malas compañías perdieron a este empresario, que estaría hoy en día boyante y nadando en oro si no se hubiera juntado con los que se juntó. En este país hay que elegir mejor las amistades. Lo tengo claro.