El mercado inmobiliario en Canarias se acerca a 2026 con una mezcla de fortaleza, cambio y una demanda que no muestra signos de agotarse. En los últimos años, el archipiélago ha experimentado un crecimiento sostenido en los precios de la vivienda, impulsado por su atractivo turístico, la llegada de nuevos residentes, la inversión internacional y una oferta limitada. Todo apunta a que esta dinámica se mantendrá, aunque con matices que harán del próximo año un periodo especialmente interesante para compradores, vendedores, agentes e inversores.
Los datos más recientes indican que los precios han seguido una tendencia ascendente. En 2024, crecieron más de un 7% y en 2025 se espera otro incremento notable, mientras que para 2026 las previsiones nacionales hablan de un crecimiento acumulado cercano al 9%. Esta presión al alza no es accidental: la demanda continúa siendo muy fuerte y la oferta no logra alcanzar un ritmo suficiente para equilibrarla.
La demanda residencial y de inversión seguirá jugando un papel clave. El archipiélago continúa atrayendo a compradores europeos que buscan segunda residencia o inversión turística, pero también a nuevos residentes que se instalan por motivos laborales o de estilo de vida. El mercado local, aunque presionado por los precios, continúa activo, con miles de operaciones cerradas cada trimestre. Este interés se reparte entre vivienda habitual, propiedades destinadas al alquiler de larga duración y viviendas orientadas al alquiler vacacional.
De cara a 2026, uno de los factores que podría impulsar aún más el mercado es la estabilización de los tipos de interés. Si la financiación hipotecaria se vuelve más accesible, más familias y compradores particulares podrían animarse a dar el paso hacia la compraventa. Paralelamente, el modelo de “build to rent” seguirá creciendo, especialmente en zonas urbanas donde el alquiler continúa siendo la opción más viable para gran parte de la población.
En cuanto a zonas con mayor potencial, el sur de Tenerife continuará siendo uno de los epicentros del mercado. Su clima, su oferta turística y la presencia de proyectos residenciales de alta calidad lo convierten en un polo de atracción claro para inversores extranjeros. Gran Canaria seguirá una tendencia similar, especialmente en sus zonas costeras y en áreas urbanas consolidadas. Tanto Santa Cruz de Tenerife como Las Palmas también verán un aumento en la demanda de vivienda nueva, especialmente para perfiles profesionales que demandan calidad, eficiencia energética y buena ubicación.
Sin embargo, no todo es crecimiento sin frenos. El mercado enfrentará tres grandes retos: regulación, suelo y accesibilidad. Las posibles reformas en torno al alquiler vacacional podrían modificar los incentivos para ciertos inversores. La disponibilidad de suelo sigue siendo uno de los principales cuellos de botella, lo que encarece la promoción de obra nueva. Y el acceso a la vivienda continúa siendo un problema para muchas familias locales, especialmente jóvenes, lo que podría generar tensiones sociales y políticas.
Aun así, 2026 se presenta como un año de oportunidades. Para promotores, es el momento de apostar por proyectos equilibrados que combinen sostenibilidad, calidad y precios ajustados. Para inversores, el archipiélago sigue siendo un territorio de alta rentabilidad. Y para quienes buscan un hogar, aunque el mercado exija paciencia y asesoramiento profesional, también existen ventanas interesantes, especialmente en zonas emergentes o en viviendas a reformar.
Canarias se encamina hacia un ciclo donde el mercado inmobiliario continuará creciendo, pero también madurando. La clave estará en encontrar el equilibrio entre la necesaria rentabilidad del sector y el derecho fundamental a la vivienda. Si ese equilibrio se alcanza, 2026 podría ser un año decisivo para consolidar un mercado más sólido, más innovador y, sobre todo, más sostenible a largo plazo.
