Empresario histórico del sector turístico en Tenerife, expresidente de Ashotel y una de las voces más influyentes en los debates sobre planificación, infraestructuras y futuro económico de Canarias, José Fernando Cabrera combina la experiencia de varias décadas en la gestión hotelera con una lectura crítica del presente y un análisis estratégico del porvenir de las Islas. En esta conversación, Cabrera repasa sin rodeos los desafíos inmediatos: la modernización de los aeropuertos tinerfeños, la sostenibilidad real del turismo, el impacto del alquiler vacacional, el relevo generacional y la necesidad urgente de agilizar la administración pública.
P. Hace poco fue muy crítico en redes con la situación del aeropuerto Reina Sofía y la infrafinanciación histórica de las infraestructuras de Tenerife. ¿Cómo valora la situación actual?
R. El Gobierno anunció en Murcia hace unos meses que el DORA 3 (el documento que regula los aeropuertos) ya estaba preparado e incluiría la nueva terminal del Reina Sofía y una remodelación relevante de Los Rodeos. El problema es que no tenemos confianza en AENA, porque Tenerife no ha sido bien atendida.
Estamos a la espera de que ese DORA 3, que ahora mismo está “pintado en papel”, llegue al Consejo de Ministros. Calculo que será a principios de 2026 cuando realmente se estudie. Solo entonces podremos tener la seguridad de que esas obras van a ejecutarse.
P. ¿No cree que la remodelación del Reina Sofía llega demasiado tarde?
R. Sí, llega muy tarde. El aeropuerto está totalmente desbordado. Los días de grandes llegadas y salidas son caóticos: falta espacio, las instalaciones son incómodas y anticuadas, y las colas del control de pasaportes para pasajeros del Reino Unido llegaron a formarse al aire libre por falta de espacio interior.
Es un aeropuerto con 47 años al que se ha ido parcheando sin un criterio único. No se entiende por qué se remodelaron todas las terminales de España —incluso aeropuertos donde no hacía falta— y, sin embargo, este quedó atrás.
P. El Gobierno de Canarias insiste en participar en la gestión de los aeropuertos. ¿Lo ve viable?
R. Es lógico que el Gobierno canario esté en el Consejo de Administración de AENA. Aquí no se puede llegar ni en tren ni en coche, los aeropuertos son estratégicos.
El Estatuto de Autonomía dice que cualquier decisión sobre infraestructuras aeroportuarias debe consultarse al Gobierno de Canarias, y eso nunca se ha cumplido. AENA se salta el Estatuto, que tiene rango constitucional.
P. ¿Es sostenible el modelo turístico en los próximos 10 o 15 años?
R. En Tenerife el número de turistas no va a aumentar. Incluso puede descender. Hay una “moratoria natural”: no hay suelo para nuevos hoteles. Y parte de la planta obsoleta está pasando de uso turístico a residencial. El reto no es crecer, sino mejorar la calidad del turismo, atraer a visitantes de mayor poder adquisitivo y con ello generar más empleo y mejor remunerado.
P. Usted siempre defendió renovar antes que crecer. ¿Qué barreras persisten?
R. El problema está en el espacio público: calles, avenidas, paseos marítimos, playas… No ha habido obras relevantes en 25 años. Un hotel de cinco estrellas no encaja con jardineras secas o contenedores desbordados alrededor. Falta una intervención clara del sector público.
P. ¿Hasta qué punto la vivienda vacacional ha tensionado el mercado?
R. Muchísimo. Se han desviado 73.000 viviendas del alquiler tradicional al vacacional. Esa es la principal causa de la crisis habitacional en Canarias. Ha crecido sin límite y sin control alguno, incluso en VPO o suelos rústicos protegidos.
La nueva ley viene a ordenar. Aproximadamente un 35% del alquiler vacacional es ilegal. Si ese porcentaje vuelve al alquiler tradicional, no resolverá todo, pero aliviará de forma decisiva el problema.
P. Como empresario, ¿qué alternativas reales cree que tiene Canarias para diversificar su economía?
R. La oportunidad del sector financiero no prosperó por la negativa europea. Ahora tenemos la industria audiovisual y una agricultura especializada que funciona en determinados nichos. Pero será siempre un porcentaje pequeño del PIB. Canarias no tiene materias primas, ni está cerca de grandes mercados. El turismo seguirá siendo el motor principal.
P. ¿Cómo ve a los nuevos líderes del sector turístico?
R. Muy bien. La mayoría de la directiva de Ashotel tiene menos de 50 años. En mi época la media era de 65. También se han renovado COE, Cámara de Comercio y otras entidades. Necesitamos jóvenes con ambición, ideas y proyectos, y administraciones que faciliten, no que bloqueen.
P. ¿Qué falla entre administraciones y sector turístico?
R. Falta visión común y hay demasiada burocracia. Una licencia de obra puede tardar tres años en un ayuntamiento; una carretera, siete años solo de tramitación. Eso es inviable económica y socialmente. Cada año se aprueban 30 leyes nuevas. Habría que derogar 25. La normativa es tan excesiva que ahoga la actividad.
P. Si tuviera que definir cómo debería ser la Canarias de 2040 o 2050, ¿qué diría?
R. Aspiro a un turismo de muchísima calidad, capaz de emplear a más personas y mejor pagadas con menos visitantes. Y mi gran objetivo sería erradicar la pobreza en Canarias. Es posible, tenemos los medios, solo falta decisión.
La mirada de José Fernando Cabrera combina diagnóstico y advertencia: Canarias navega hacia un futuro donde la calidad, la planificación y la agilidad administrativa serán determinantes. Su mensaje final es que, sin un salto cualitativo en infraestructuras, ordenación y cohesión social, el éxito turístico no será suficiente.







