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Cajasiete
martes, 16 diciembre,2025

El puente de la Purísima

Mientras el reino entero está de puente, celebrando hoy el día de la Purísima aunque reniegue del calendario eclesiástico, la clase política desfiló por el Día de la Constitución como si el texto fuera suyo… mientras lo vacían. El PP ausente, Yolanda Díaz en modo liturgia social y un país más pendiente del parking del centro comercial que de sus libertades.

Hoy, 8 de diciembre, Día de la Purísima Inmaculada —festivo celebrado con devoción incluso por quienes exigen Estado laico mientras abrazan el puente como una romería— España asistió a otra edición del Día de la Constitución, ese ritual institucional en el que algunos hacen como que la han leído. Y mientras unos posan para la foto, otros se pierden entre ofertas, rebajas y localizar un parking en el centro comercial.

En medio de todo esto, el día 3 me reglaron el libro del Rey Emérito, que estoy leyendo—“leyendo” de verdad, con páginas, tinta y subrayados—  No lo he terminado aún, pero ya he leído lo suficiente para comprobar algo que muchos critican por deporte sin abrir una sola página. Conviene recordar que  sin él, esta democracia que hoy lo desprecia con la misma pasión con la que lo utilizó, no existiría.

Pero así es España: unos leen antes de opinar; otros opinan sin leer; y la mayoría critica por inercia, como quien comenta un partido que no ha visto. Y es lo que pasa a diario.

Y mientras tanto, pasó el Día de la Constitución. Gran fiesta institucional. Foto oficial, declaraciones solemnes, discursos pulidos. Ausencias de las rapiñas y otros, pero ausencias al fin y el cabo. Pero la España real está a lo suyo: de puente. Constitución sí, pero siempre que abra el Primark y el parking del Leroy no esté lleno.

Hoy Día de la Purísima Inmaculada, festividad religiosa, es  celebrada con auténtica devoción por los mismos que reniegan del calendario eclesiástico en redes sociales, pero que jamás rechazan un buen festivo mariano cuando cae en mitad del puente. España es laica en X, católica en festivos y profundamente mariana cuando el lunes se transforma en fiesta. O los viernes, como ha pasado en los centros escolares, que como el sábado era festivo adelantaron al viernes 5 el festivo. Chiquita cara.

En ese escenario aparece Yolanda Díaz – que ye le han contado que cada vez se el tiene menos en cuenta- denunciando que el artículo 47 —vivienda digna— está “vaciado”. No, Yolanda: está saqueado, expoliado, convertido en gimnasio del pelotazo por PP y PSOE. Llevan cuarenta años usando la vivienda como un producto financiero con la misma delicadeza con la que se pela un plátano.

Y hablando del PP… ni está, ni se le espera. La oposición más ausente, más discreta y más vaporosa de este hemisferio. Los únicos capaces de no aparecer ni siquiera cuando no hace falta aparecer. Y si algún día gobiernan es por falta de opción.

Díaz asegura que la Constitución nació en la calle. Cierto. Pero lo que no dice es que murió en un ático con vistas, hipotecada, troceada, convertida en souvenir jurídico para fondos buitre y alcaldías con síndrome de desarrollador urbanístico.

Mientras ella habla de justicia social, España está verificando si el centro comercial abre, si queda turrón o si Zara ha puesto rebajas tempranas. La Constitución y la Purísima se celebran igual: de lejos, sin leer, pero con entusiasmo si hay festivo.

Y entre tanto gesto solemne, comienza a percibirse un aire inquietante, un aroma institucional que recuerda —aunque moleste— a la Venezuela del “la Constitución la interpreto yo y punto”.

Dicen que hay desafección ciudadana. No, lo que hay es: agotamiento, hartazgo y una democracia que se usa como tarjeta de fidelización del Corte Inglés. Critican al Emérito sin leerlo, celebran la Constitución sin estudiarla y reivindican derechos que no saben ni ubicar.

Y en este teatro de puente, festividad mariana y consumismo supremacista, uno piensa que la Constitución debería imitar a su Rey Emérito: irse una temporada, dejar que la echen de menos y volver cuando el país recuerde que las democracias no sobreviven por inercia. Que nos hemos convertido en gilipollas.

Y cierro como debo cerrar: con un abrazo al cielo por Alfonso Ussía, maestro indiscutible del columnismo español, del humor elegante y de la lengua afilada. Se nos ha ido un grande. Y este país —que presume de cultura mientras no lee— hoy es un poco más pobre.

Juan Inurria
Juan Inurria
Abogado. CEO en Grupo Inurria. Funcionario de carrera de la Administración de Justicia en excedencia. Ha desarrollado actividad política y sindical. Asesor y colaborador en diversos medios de comunicación. Asesor de la Federación Mundial de Periodistas de Turismo. Participa en la formación de futuros abogados. Escritor.

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