El Cabildo de Tenerife ha aprobado su presupuesto para 2026. El titular parece contundente, con más de 1.278 millones de euros, el mayor de su historia y, según subraya el propio gobierno insular, el tercer presupuesto local más alto de España. Poca broma.
Un aumento de alrededor del 10% respecto a las cuentas de 2025, unos 119 millones más, y un crecimiento superior al 21% si se compara con 2023. Pero vamos, que ya crecía cada año desde el COVID.
El mensaje es claro. Cuentas “ambiciosas, equilibradas y centradas en las personas”, diseñadas para reforzar la atención social, impulsar la vivienda, afrontar la crisis hídrica y mejorar la movilidad.
Pero más allá del entusiasmo oficial, la pregunta inevitable es otra: ¿cuánto de este aumento se traducirá en cambios visibles en la vida diaria de los tinerfeños y cuánto se quedará en titulares y powerpoints?
Eslogan o realidad
Una de las cifras más repetidas por el Cabildo es que el 90,51% del presupuesto se destina “directamente a la actividad económica” de la isla, unos 1.040 millones de euros que tendrían impacto directo en la economía productiva, mientras que el resto se quedaría en gastos de estructura, administración y amortización de deuda.
Suena potente, pero no se detalla con precisión qué se incluye en ese porcentaje.
¿Se consideran “actividad económica” todos los contratos de servicios, aunque solo mantengan la maquinaria como está? ¿Las subvenciones que se renuevan año tras año, sin evaluación clara de resultados? ¿El gasto de personal vinculado a programas que apenas tienen impacto sobre los grandes problemas de la isla?
Otro de los grandes titulares es que se trata del “presupuesto más social” de la historia del Cabildo con unos 417 millones de euros a políticas sociales, un 33% respecto al mandato anterior y un 17% solo en comparación con 2025.
Pero claro, luego leemos que, según el informe “El Estado de la Pobreza” de EAPN Canarias, el 31,2% de la población de la isla está en riesgo de pobreza o exclusión social.
En materia de vivienda, el Cabildo destinará 15,2 millones de euros, un 48% más que en 2025, y casi el doble que en el mandato anterior si se miran solo los fondos propios, para programas como Activa Suelo, Activa Vivienda, rehabilitación y el Bono Joven, en coordinación con ayuntamientos y Gobierno autonómico.
La otra gran pata del presupuesto es la movilidad. El Cabildo asigna alrededor de 256 millones de euros a este ámbito: gratuidad del transporte público, refuerzo de la flota de Titsa, nuevos intercambiadores y paradas, transporte a la demanda en cinco comarcas y un plan de inversión en carreteras que rondaría los 88 millones para tramos clave de la TF-1, TF-180, TF-21, TF-42, TF-421 y TF-65 dentro del plan 2026-2028.
Sobre el papel, el esfuerzo es considerable pero en la práctica la isla lleva años multiplicando las partidas de movilidad sin lograr atajar el símbolo más visible del colapso: las colas diarias en la TF-5 y la TF-1. Medidas como la gratuidad del transporte público han aumentado pasajeros, pero no han reducido de forma clara y sostenida los atascos en hora punta.
Ya por último, en cuestión de medio ambiente, sostenibilidad y sector primario, las cuentas insulares hablan de 202 millones de euros, con especial énfasis en la llamada seguridad hídrica.
Se anuncian 67 millones para garantizar el suministro de agua, en parte a través del convenio con Acuaes, y se refuerza la protección civil, el Consorcio de Bomberos, los sistemas de depuración de aguas y la gestión de residuos.
El relato oficial habla de vigilancia 24/7 en el Parque Nacional, triplicar la plantilla de agentes de medio ambiente, rehabilitar caminos agrícolas, mejorar el tratamiento de residuos orgánicos y apoyar al sector vitivinícola ante la amenaza de la filoxera. Sobre el papel, la agenda verde suena cada vez más robusta.
Sin embargo, la isla arrastra desde hace años episodios de vertidos, emisarios obsoletos, playas cerradas y conflictos por la calidad del agua que solo se han mitigado parcialmente.
En esto ultimo, como en lo dicho previamente, la sensación ciudadana es que los anuncios de inversión van siempre por delante de los resultados.
Nadie quiere pedir paciencia para cambiar lo que tenemos. Luego todos quieren inaugurar. Así seguimos.





