CEOE-Tenerife reabrió este viernes el debate sobre una bajada “contundente y estratégica” del IGIC (casi “quirúrgica”, como acuñó el médico en excedencia permanente Román Rodríguez).
No es una arrancada de la patronal, fue la principal promesa electoral (incumplida) tanto de CC como del PP y, negro sobre blanco, no parece que vaya a ser cumplida.
Se apoyan los empresarios en un proyecto de presupuestos de Canarias para 2026 que crece 813 millones hasta los 12.491 y prevé 1.045,7 millones de ingresos por el particular impuesto de estas islas (crecería de aprobarse un 7,18% sobre 2025).
La patronal asegura que con esas cifras “Canarias está preparada presupuestariamente” para una reducción selectiva de tipos.
El IGIC, al detalle
En Canarias, al pasar por caja no se paga IVA (para el resto del país) sino IGIC (Impuesto General Indirecto Canario).
Seis peldaños lo ordenan con una “lógica” gradual: cuanto más esencial el bien o servicio, más baja la imposición. Cuanto más prescindible o específico, mayor el tipo aplicable.
- Tipo 0% (cero). Es el suelo del impuesto y ampara bienes y servicios de primera necesidad como pan, leche, huevos, frutas y verduras y, con condiciones, la energía.
- Tipo reducido 3%. Algunos alimentos procesados o de elaboración, determinados servicios y, desde el 1 de enero, los servicios deportivos (gimnasios, entrenamiento personal, pilates, …). El ejemplo más claro de que, hablando en plata, estamos en el chasis.
- Tipo general 7%. Es la tarifa “por defecto” para casi todo cuando no procede otro tipo. A efectos prácticos, muchos consumos cotidianos que no son de primera necesidad ni están en los catálogos especiales.
- Tipos 9,5%, 15% y especial 20%. Para los lujos y excentricidades, dígase perfumes, joyas, alcohol, porno y tabaco. Se sacan perritas de ahí.
Este tributo, parte del tan publicitado como poco conocido para el común de los mortales Régimen Económico y Fiscal (REF), está gestionado por la Agencia Tributaria Canaria y su recaudación se distribuye entre Comunidad Autónoma, cabildos y ayuntamientos a través del Bloque de Financiación Canario (BFC). Por ley, el reparto es 58% para cabildos y ayuntamientos y 42% para la Comunidad Autónoma.
¿Cuánto “cuesta” bajar el IGIC?
Como regla aritmética, bajar 1 punto el tipo que grava una misma base reduciría la recaudación de ese tramo alrededor de un 14%.
Por ejemplo, si toda la recaudación de IGIC (1.045,7 millones) estuviera al tipo general y se bajara del 7% al 6%, el impacto máximo sería de 149,4 millones.
En la práctica, y cómo sucedería si se optase por una bajada, el efecto real sería menor al rebaja sectores concretos, como se hizo con la actividad deportiva para que no nos pongamos fofos.
Y cierto es que la experiencia reciente de rebajas de impuestos indirectos en mercados competitivos (algo que Trump no hizo nada mal en su primer mandato) muestra un alto traslado a precios: cuando el tipo baja, los precios suelen bajar en buena parte y el consumo reacciona.
Canarias, comunidad cumplidora donde las haya, ha presentado unas cuentas para 2026 que hacen pensar en cierta holgura contable para llevar a cabo rebajas fiscales acotadas, pero cualquier rebaja generalizada exigiría cuantificar compensaciones por la merma para cabildos y ayuntamientos, lo que, sin duda, es el quid de la cuestión.
Qué implicaría para la economía real
CEOE-Tenerife pide para la bajada para dinamizar la economía y apuntalar el consumo, pero también se corren riesgos:
- Al afectar al Bloque de Financiación Canario, una rebaja amplia sin ajuste puede poner en aprietos a las corporaciones locales.
- El Ejecutivo debería respetar límites de gasto y objetivos de saldo, ya que rebajar tipos exige un encaje a esas reglas y con la prioridad social del gasto. Sanidad, educación o vivienda, ya de por sí en un estado manifiestamente mejorable.
- Y con todo esto, la evidencia sugiere un alto traslado pero no completo en todos los sectores. La ganancia de poder adquisitivo varía según la cadena de valor.
Con todo, sí se puede considerar que hay margen para rebajas, puntuales, del IGIC con impacto real en los precios y con coste controlado que no altere en demasía los ingresos.
Una bajada general, por contra, tendría un coste alto que obligaría a blindar la financiación local y a cuadrar reglas fiscales, y no parece que haya mucha voluntad para ello.
Dejando atrás los “gatopardismos”, la decisión pasa por elegir si estimular el consumo concreto (“quirúrgico”, Roman dixit) o abaratar de forma general la factura. Elegir esta última conllevaría votos y más dinero en el bolsillo de los canarios. Quizás lo necesario para rescatar, desde la iniciativa privada, a Canarias de la cola de todo. Ahí donde estamos instalados desde hace más de dos décadas.





