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El Atlético de Madrid debutó en la fase de grupos de la Champions League con derrota en Anfield (3-2), en un partido donde el arranque fulgurante del Liverpool y el protagonismo de Mohamed Salah fueron decisivos. Virgil van Dijk, con un cabezazo en el tramo final, terminó de inclinar la balanza. Una pena.
El estadio ‘red’ apenas se había acomodado cuando Salah ya generó la primera ocasión. De esa acción nació el 1-0, tras un libre directo del egipcio que, desviado por Robertson, sorprendió a Oblak. El golpe fue duro y apenas dos minutos después llegaba el 2-0, de nuevo con Salah como protagonista: pared con Gravenberch, irrupción en el área y zurdazo imparable al palo largo. Un gran gol.

El Atleti parecía noqueado, pero reaccionó desde la banda derecha con Giuliano Simeone, Raspadori y sobre todo Llorente, el mejor del partido con Salah, buscando a un Griezmann aislado. Aun así, los locales siguieron mandando, con Isak y Szoboszlai probando fortuna desde la frontal y Wirtz aportando movilidad entre líneas.
Cuando el descanso parecía cercano, Llorente recortó distancias en una jugada aislada culminada con un punterazo seco (2-1). El tanto dio aire a los colchoneros, aunque en la reanudación los de Arne Slot volvieron a apretar. Salah estrelló un disparo en el poste y Ekitiké rozó el tercero, pero el Atleti resistía como podía.
Simeone buscó soluciones con cambios —Sorloth entró por un gris Griezmann—, y el equipo mejoró. En el 81, Llorente volvió a ser el héroe con un derechazo desde la frontal que, tras rozar en un rival, sorprendió a Alisson (2-2).
Pero el empuje final fue inglés. Van Dijk, imponente en el juego aéreo, firmó el 3-2 definitivo con un cabezazo en el 89, a centro de Szoboszlai. Con Simeone expulsado por protestas y Anfield rugiendo, el Atlético apenas pudo reaccionar. La última opción fue un cabezazo de Sorloth atrapado por Alisson. El delantero tenía toda la portería para rematar, pero lanzó al muñeco.
El Liverpool arranca con tres puntos en su defensa de la corona europea, mientras que el Atlético se marcha con la sensación de haber reaccionado tarde y de que, una vez más, Anfield dictó sentencia.