Doha, la capital de Qatar, una ciudad conocida por su opulencia y su papel como mediador en conflictos regionales, se vio sacudida este martes por varias explosiones en el barrio de Katara. Minutos después, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaban lo impensable: un «bombardeo de precisión» contra supuestos altos cargos del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). El objetivo, según el Ejército israelí, era la «cúpula» de Hamás, directamente responsable de la masacre del 7 de octubre de 2023 y de orquestar la guerra en Gaza. Este ataque, el primero de su tipo en territorio qatarí, ha generado una oleada de condenas internacionales y pone en jaque las delicadas negociaciones para un alto el fuego en la Franja de Gaza.
Las explosiones se registraron alrededor de las 18:00 horas locales (17:00 en España), en un complejo residencial del barrio de Katara, una zona exclusiva que alberga hoteles de lujo y centros culturales. Testigos locales describieron hasta diez detonaciones, seguidas de columnas de humo y el caos en las calles adyacentes. Fuentes de seguridad qataríes confirmaron inmediatamente que el objetivo era un edificio donde se reunía la delegación negociadora de Hamás, exiliada en Doha desde hace años bajo la protección del emirato.
El Ejército israelí, en un comunicado oficial, asumió la autoría del bombardeo y lo justificó como una operación «precisa» contra líderes de Hamás. «Durante años, estos miembros de la cúpula de Hamás han encabezado las operaciones de la organización terrorista, siendo directamente responsables de la brutal masacre del 7 de octubre y orquestando y gestionando la guerra contra el Estado de Israel», rezaba el texto. Entre los posibles objetivos se mencionan nombres como Khalil al-Hayya, jefe negociador de Hamás, Khaled Mashal, exlíder político, Zaher Jabarin y Nizar Awdallah. Sin embargo, las informaciones sobre víctimas son contradictorias: Hamás asegura que su liderazgo sobrevivió, aunque admite la muerte de al menos dos miembros, incluido Hamam Khalil al-Hayya, hijo del negociador principal, y Yihad Labad, director de su oficina. Otras fuentes, como el canal saudí Al Arabiya, hablaban inicialmente de la eliminación de toda la cúpula, pero esto fue desmentido por el grupo palestino.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, asumió «la responsabilidad total» de la operación, que describió como «independiente» y en represalia por un atentado en Jerusalén el día anterior, donde seis personas perdieron la vida. Netanyahu informó que había ordenado a las agencias de seguridad prepararse para ataques contra líderes de Hamás tras ese incidente, reivindicado por el brazo armado del grupo.
La respuesta de Qatar no se hizo esperar. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Majed al-Ansari, calificó el bombardeo de «cobarde» y «agresión criminal», una «flagrante violación de todas las leyes y normas internacionales» que amenaza la seguridad regional. Doha anunció una investigación «al más alto nivel» y la suspensión inmediata de su rol como mediador en las negociaciones de Gaza, un papel clave que ha desempeñado junto a Estados Unidos y Egipto. Qatar, aliado estratégico de Washington y sede de una importante base militar estadounidense, ha albergado a la dirigencia exiliada de Hamás durante años, facilitando diálogos indirectos con Israel.
Con al menos seis muertos confirmados por Hamás –incluyendo civiles y un oficial qatarí, según algunas fuentes– y sin datos oficiales sobre bajas totales, el ataque podría marcar un punto de inflexión. Qatar, que ha invertido en su imagen como mediador neutral, ve amenazada su soberanía, mientras Israel reafirma su doctrina de «golpear donde sea necesario». En Gaza, donde la ofensiva israelí continúa, este episodio podría endurecer las posiciones y prolongar el sufrimiento.
¿será este el detonante de una crisis mayor, o un paso hacia una resolución forzada? El tiempo, y las respuestas diplomáticas, lo dirán.





