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Maduro está aterrorizado. Incluso cuentan fuentes solventes en la capital venezolana que existen conversaciones a la desesperada con Donald Trump para evitar su “extracción”. Pero Marco Rubio, el secretario de Estado USA, ha pactado ya con la oposición, concretamente con Corina Machado y con Edmundo González, presidente legítimo del país, el plan para restaurar la democracia en Venezuela. Este plan pasa por amnistiar a la cúpula militar, excepto al general Padrino, uno de los capos del Cártel de los Soles, y naturalmente a los civiles Maduro y Diosdado Cabello, y porque una justicia “restaurada” en lo posible juzgue en Venezuela a los otros civiles más destacados del chavismo, entre ellos los hermanos Rodríguez y algunos ministros, exministros y miembros del poder judicial corruptos que ocuparon cargos relevantes en el chavismo y que siguen viviendo del régimen. Son muchos, no crean ustedes. Tras esta operación, cumplida la “extracción” de los tres cabecillas, Edmundo González Urrutia tomaría posesión de su cargo de presidente de Venezuela, con el apoyo de los nuevos jefes del Ejército, que serían las “gorras grandes” menos afectas al chavismo, aunque la selección va a ser muy difícil porque casi todos han chupado de la enorme teta de la droga y del petróleo y de las minas de oro de las regiones amazónicas. En Venezuela operan desde hace meses numerosos grupos de agentes de la CIA y de la DEA, que tienen contactos con militares de todos los cuerpos, sobre todo. También con responsables del Sebin, la policía política, y los milicos de alto rango que mandan la Guardia Nacional. Sólo se espera a que Trump dé la orden. Porque el despliegue naval en la costa venezolana no se va a quedar en el hundimiento de una lancha rápida con once “narcoterroristas” (así los calificó Trump).

Maduro ha ofrecido a Trump la liberación de todos los presos políticos hacinados en el Helicoide y en algunas cárceles, como la de Ramo Verde, a pesar de su antiguo funcionamiento exclusivamente militar (allí estuvo Leopoldo López recluido y torturado mental y físicamente, entre otros presos opositores al régimen de Maduro). También ha ofrecido Maduro, que actúa a la desesperada, el desmantelamiento del Cártel de los Soles, aunque entonces tendría que pagarles a sus compinches del generalato con el dinero de PDVSA y esa teta está ya muy seca.

Trump no está por la labor. Su flota sigue a la caza de las lanchas del narcotráfico, vayan o no cargadas de droga –que casi siempre van cargadas de droga–. La sensación que hay en Caracas es que a Maduro le queda muy poco tiempo en el poder y en el momento menos pensado será “extraído” de Fuerte Tiuna, en una operación sorpresa de los seals de la Marina y de las agencias estatales citadas. Pero esta operación no puede fallar porque Estados Unidos se juega en ella su prestigio y le acaba de fallar una en Corea del Norte, operación declarada secreta, aunque sin bajas en los seals participantes: la Unidad 6 de las fuerzas especiales de la Marina. Aprovecharán cualquier descuido. Si cae Maduro, otros personajes caerán. Entre ellos el expresidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero, que negoció la salida de Edmundo González de Venezuela, no en interés de éste, sino del propio Maduro, que pidió a Sánchez que se lo quitara de en medio. Porque su detención habría sido un escándalo internacional. La huida de González Urrutia se urdió en la Embajada de España en Caracas y fue diseñada por el propio Zapatero, no se sabe si con la colaboración de los servicios secretos españoles, aunque éstos poco podían hacer en la operación, ya que ésta estaba aceptada por las autoridades chavistas. El día de la operación salida se encontraban en la legación española, además del embajador sanchista de España, los hermanos Rodríguez y el propio Zapatero, que obligaron a González Urrutia a firmar unos documentos de renuncia que tienen menos validez que el suscrito por Zapatero y Ana Oramas para que el Gobierno de España reconociera la cesión de las aguas territoriales españolas a Canarias y destinara 10.000 millones de euros a inversiones públicas en el archipiélago. Papel mojado porque poco después de la firma, el tonto de León dimitió. En Caracas, junto a cierto temor de una operación más contundente de Trump, por tierra, que los expertos descartan, la sensación es que el chavismo está viviendo sus últimos momentos porque Trump no retirará sus barcos de la zona y porque el problema ha de tener una solución más pronto que tarde. El bloqueo al narco no puede durar eternamente porque, además, resulta muy caro a la Armada estadounidense. Lo último que ha hecho Trump es mandar 10 letales y eficaces cazas F-35 a Puerto Rico, en cuyo aeropuerto militar están ya listos para intervenir, en caso necesario.

Antes había situado distintos aviones espía en Bonaire y Curazao. Hay drones en los tres aeropuertos citados. Por otra parte, si se demuestra que Zapatero, que sigue en Lanzarote apartado de la escena, ha cobrado dinero de Maduro y este dinero procede del narco, no escapa. Será detenido y llevado ante la Corte Penal norteamericana. Trump lo tiene entre ceja y ceja y la alusión a la ceja no es gratuita. Muchos militares de alto rango que suponen que corren peligro han enviado a sus familias a Cuba, a España y a Nicaragua. Porque Estados Unidos les niega los visados a casi todos ellos. Caracas, sin que sus habitantes lo sepan, es un polvorín, aunque no habrá en ningún caso una invasión terrestre, repito, por informaciones de los propios analistas y estrategas militares en las televisiones norteamericanas. La guerra se hace hoy en día con otros procedimientos más seguros para los soldados, procedimientos más silenciosos y más eficaces.