La saga The Conjuring baja el telón con el estreno de Expediente Warren: El último rito, una película que llega a la cartelera con la misión de poner fin a más de una década de relatos paranormales inspirados en los archivos de los investigadores Ed y Lorraine Warren. Dirigida por Michael Chaves, la cinta ha despertado opiniones divididas: mientras algunos celebran la emotividad de su desenlace, otros lamentan la fatiga de una fórmula que parece haber perdido fuerza.
El largometraje reúne una vez más a Patrick Wilson y Vera Farmiga, intérpretes que desde 2013 han dado vida a los célebres demonólogos y que, según la mayoría de críticas, sostienen con solvencia el peso de la película. Su química y el carisma de sus personajes continúan siendo el motor de una franquicia que ha superado los 2.000 millones de dólares en taquilla a nivel mundial, convirtiéndose en una de las más exitosas del cine de terror contemporáneo.
Sin embargo, el film acusa un exceso de metraje (más de dos horas), que diluye el suspense y estira un relato que muchos consideran demasiado familiar. Los recursos visuales y sonoros vuelven a estar presentes, pero los sustos resultan más previsibles y repetitivos que en anteriores entregas. Incluso la aparición de Annabelle, uno de los iconos de la saga, ha sido señalada como un guiño más al fan service que como un aporte narrativo real.
Pese a estas críticas, el desenlace ofrece momentos de gran intensidad visual y un cierre marcado por la emoción. Como señalan medios especializados, El último rito no alcanza el impacto de las primeras entregas dirigidas por James Wan, pero apuesta por despedirse con un tono más íntimo, en el que los vínculos familiares y la humanidad de los Warren pesan tanto como los exorcismos o las presencias demoníacas.
Con este estreno, el universo Expediente Warren se despide de los cines con un sabor agridulce: un final digno y emotivo para sus protagonistas, aunque menos sorprendente en lo creativo.





