Estados Unidos ha ordenado el despliegue de diez aviones de combate F-35 en un aeródromo de Puerto Rico para llevar a cabo operaciones contra los cárteles de la droga. La decisión, que se suma al reciente envío de buques de guerra a la región, ha generado una escalada de fricciones diplomáticas y militares en un contexto ya marcado por provocaciones mutuas.
El despliegue de los F-35, aviones furtivos de quinta generación conocidos por su avanzada tecnología de sigilo y capacidades de inteligencia, se produce tras una serie de operaciones estadounidenses en el Caribe. Hace apenas tres días, el 2 de septiembre, fuerzas navales de Estados Unidos atacaron una embarcación que, según Trump, transportaba «cantidades masivas de drogas» desde Venezuela, dejando un saldo de 11 muertos. El presidente calificó a los ocupantes como «narcoterroristas» vinculados a la banda criminal Tren de Aragua. El Pentágono, por su parte, ha defendido la acción como parte de una campaña sostenida contra el narcotráfico, mientras que en Caracas, el ministro de Interior, Diosdado Cabello, la tildó de «ejecución sin fórmula de juicio».
Los F-35 llegarán a Puerto Rico a finales de la próxima semana para operar contra organizaciones designadas como «narcoterroristas» en el sur del Caribe. Estos aviones se suman a una presencia militar ya significativa, que incluye al menos siete buques de guerra, un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear y más de 4.500 efectivos, entre marineros e infantes de marina de la 22ª Unidad Expedicionaria, desplegados en la región para entrenamientos anfibios y operaciones aéreas. La elección de Puerto Rico como base operativa no es casual: su posición estratégica en el Caribe lo convierte en un punto clave para vigilar las rutas marítimas y aéreas utilizadas por los cárteles.
El despliegue coincide con un nuevo episodio de fricciones entre Washington y Caracas. Este viernes, el Pentágono denunció que dos aviones F-16 venezolanos sobrevolaron «de manera provocadora» el destructor estadounidense USS Jason Dunham en aguas internacionales, un acto que interpretó como un intento de interferir en sus operaciones antidrogas. «Se recomienda encarecidamente al cártel que dirige Venezuela que no lleve a cabo esfuerzos adicionales para obstruir o disuadir nuestras operaciones», advirtió el Departamento de Defensa en un comunicado, elevando el tono de la confrontación. Desde Venezuela, el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, insinuó que las imágenes del ataque a la embarcación podrían haber sido manipuladas con inteligencia artificial, mientras Nicolás Maduro denunció una «amenaza militar» destinada a forzar un cambio de régimen.





