Media hora y se acabó

Llegó el Galgo media hora antes, para que no lo abuchearan, y estuvo media hora en Molezuelas de la Carballeda, provincia de Zamora, con Marlasca y la única representación ciudadana del alcalde del pueblo más afectado. Ni un vecino cerca. Promesas de ayudas que no va a cumplir, como es habitual en él y en todos, y vuelta a La Mareta, a toda prisa, en el avión del Ejército del Aire y del Espacio. En la estación espacial pondría yo al Galgo de Paiporta. Pero para siempre. Se han quemado en Zamora 35.500 hectáreas, en incendios pavorosos que han arrasado con cultivos y propiedades. Ha habido dos muertos en la provincia. Y otra vez, con los periodistas, Sánchez no admitió preguntas, como es habitual últimamente; y los vecinos ya están resignados: “No esperamos nada”, dijo una señora, compungida, en un canal de televisión. Yo creo que la gente ya da a Sánchez por amortizado y a España por quemada. Pero no es sólo Sánchez, Sánchez al fin y al cabo es una consecuencia de la cobardía de Rajoy y de la avidez de Montoro, así que yo tampoco espero gran cosa del PP, al que no voy a votar. Es que a lo mejor, ni voto. Porque, para lo que hay, los que inevitablemente vendrán no pueden ser mucho mejores que los que están. Y es lo que tenemos, porque la familia Cebolleta sigue en La Mareta disfrutando del veranito gratis, bandera gay incluida, que no sé qué coño pinta allí el arco iris, o a lo mejor se ha izado en homenaje a alguno o alguna de los que están dentro. No lo sé. Lo cierto es que ayer esa bandera se la tragó Clavijo, que pasaba por allí y que no ha dicho mucho de su entrevista con Sánchez, señal de que la reverencia no le sirvió de mucho al melifluo presidente del Gobierno de Canarias. España sigue en llamas y el Galgo de Paiporta continúa sus vacaciones, que son irrenunciables. No regresa a Madrid hasta el día 24, porque creo que al día siguiente se celebra un Consejo de Ministros, no sé para qué, porque España sólo es un incendio. Ahora este tío está con el cuento del pacto por el clima, o algo así, que no es otra cosa que un pacto para administrar las desgracias. Y esto es lo que hay. Tampoco me puedo yo inventar la actualidad.