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Un genuflexo Fernando Clavijo se inclinó ante el sátrapa en La Mareta, mientras, no sé por qué, de fondo ondeaba una bandera gay, de esas con los colores del arco iris. No sé quién estaba allí también para merecer ese honor, pero vaya usted a saber, porque La Mareta parece el camarote de los hermanos Marx. Están hasta los progenitores de Sánchez viviendo allí. Si les unes a la familia Illa y a toda la basca, que ni chiquita chupadera, amigo. Aquello debe ser muy grande.
Mientras, el juez Peinado, que sigue trabajando en agosto, ha añadido una imputación más a la Bego, y esta es muy seria: le atribuye un posible delito de malversación, junto a la asesora de La Moncloa, que al final era suya (de la Bego), Cristina Álvarez. Cuando la justicia pone a funcionar el rodillo la cosa se pone fea. Y muy fea se le está poniendo a la Bego, que a partir de diciembre puede que ya no tenga junto a ella al controvertido Tribunal Constitucional, porque se renueva parcialmente, a pesar de que Sánchez pueda poner en práctica alguno de los trucos que le preparan el tahúr del Mississippi Bolaños y sus 900 asesores, que pagamos nosotros. Por cierto, que ayer salió la noticia de que, en este momento, los españoles trabajamos 225 días de los 365 del año para pagarle a Hacienda. El resto es lo que nos queda. Es decir, el 62% de nuestro esfuerzo va a parar a las arcas públicas para que estos desgraciados se lo gasten el Falcon, en asesores, en dar a comer a la familia de Sánchez y a Zapatero en La Mareta y demás zarandajas.
Vivimos en un bonito país, donde pagamos mucho, pero no vemos los impuestos. Ellos sí los ven, incluso algunos de sus más celebrados piratas los tienen depositados en sus bolsillos. Pero no era distinto el PP, pregunten si no al sinvergüenza de Montoro, que nos hizo pobres para él hacerse rico. Sánchez, ya digo, sigue en La Mareta, pero Fernando Clavijo no nos ha contado qué consiguió ayer tras la genuflexión y España ve cómo han ardido 345.000 hectáreas, que son como 345.000 campos de fútbol. ¿Se imaginan? Septiembre viene fuerte, porque Aldama prepara la traca final y, si no los callan con promesas, me da que Koldo y Ábalos también. Cerdán no, porque vive como un cura en su mazmorra individual, con cuarto de baño, que eso Sánchez sí que lo cuida mucho. Creo que el martes el Galgo coge el Falcon otra vez para ver incendios, pero no habla con los afectados, les tiene miedo. En su viaje a León y a Orense, los afectados por el fuego ni siquiera le vieron y aprovechó el desmayo de una periodista para cortar la rueda de prensa después de haber contestado a ¡una pregunta! Pero lo más bonito del día ha sido la genuflexión de Clavijo ante el Galgo de Paiporta, en La Mareta, ni lo de la bandera gay, o como se llame, de fondo, no sé a cuenta de qué. Quizá por las saunas de don Sabiniano, paz descanse. Porque me parece que la bandera que debería estar ahí es la española y quizá la de Canarias. No sé, como Sánchez es tan raro, vete tú a saber. Pero Begoña sí tiene que estar asustada, porque el juez Peinado, cumpliendo con su obligación y de acuerdo con los criterios de la Audiencia, la imputa por malversación, que es un delito grave. Y si los une a los otros cuatro, pues tenemos cinco grandes posibilidades de condena, aunque esto sería adelantar acontecimientos. No sé, me da que este va a ser un otoño caliente, así que la familia Trapisonda debería disfrutar muy mucho del veranito gratis, porque le sale gratis a estos caraduras irredentos. Ya después vendrá la parte peor, que se llama.
Ah, ¿y de qué se reían tanto Trump y Zelenski en la Casa Blanca? ¿Del traje nuevo de Zelenski? Porque Trump se parece al ascensorista del Hotel Plaza de Nueva York, con su traje azul, pero Zelenski normalmente se asemeja a un mecánico de tanqueta, con ese chándal negro que luce. Mira que son horteras los dos, joder. ¡Y son líderes mundiales!
