Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba en La Mareta

Arde España, pero el dinosaurio sigue en La Mareta. No se mueve. No mueve un músculo. Le da lo mismo. Ha muerto gente, han muerto miles de animales, se han perdido centenares de haciendas y miles de hectáreas de terreno agrícola, pero él sigue tomando sus baños en la Mareta y recibiendo a sus amigos y comiendo y bebiendo a costa de los españoles. Este caradura irredento está dispuesto a cruzar todos los límites, demostrando su falta de empatía, su sicopatía, su incapacidad para entender el dolor de los demás porque sólo entiende lo que le afecta a él y a los suyos. Este tío va a batir todos los récords de permanencia y su enorme corte de palmeros no son capaces ni de toserle. El dinosaurio permanece inmóvil en la Mareta, tomando sus baños de mar y tirando a la canasta con un balón nuevecito, él que no las metía en el Estudiantes se las está metiendo a todos los españoles. España se quema, pero el Gobierno gasta tres veces o cuatro más en políticas de igualdad que en medios para extinguir incendios. Parece mentira, pero es verdad. En Portugal, desde el presidente hasta el último ministro interrumpieron sus vacaciones para estar junto a los afectados en los incendios forestales. ¿Y en España? Todos ellos están solazándose en sus lugares de vacaciones y ha tenido que ser Ayuso la que ha dado ejemplo de cercanía y quien ha puesto en marcha medidas para reparar los daños. Este tío no debería presidir el Gobierno español. Este tío, desprestigiado en España y en Europa, es un bulto sospechoso, un político incapaz de entender lo que está pasando a su alrededor. Un tipo que necesita urgentemente no más asesores sino una legión de sicólogos y siquiatras que le devuelvan a la realidad. Porque o es un golfo al que le da todo igual o es un enfermo, al que es preciso incapacitar para dirigir el país. Porque no es normal lo que está ocurriendo en esta España que se quema y que parece que no tiene un Gobierno que la dirija y un presidente sensato que presida este Gabinete. Cuando despertó España, el dinosaurio seguía metido en las piscinas de La Mareta, gastando dinero público a espuertas, en unas vacaciones que pagamos todos nosotros cuando el que tiene que trabajar por los españoles no lo hace. Vaguea el sátrapa incapaz de entender la realidad.