Laporta, además de su increíble capacidad para huir hacia adelante, como la mayoría de los catalanes, está armando tremendo taco en el Barça, que sigue sin campo, sin licencia municipal para abrir el Nou Nou Camp, que no tiene ni césped, y el club anda sin capacidad económica para inscribir jugadores. Ter Setegen, que parecía más catalán que Laporta, no ayuda tampoco y no firma su baja por lesión, ni quiere otro diálogo que el silencio. Y así está Joan Laporta en su huida hacia adelante, sin perras ni siquiera para un banquete en el Botafumeiro, al estilo pantagruélico que el Barça suele dar a sus ágapes. Nada que ver con la frugalidad con la que engullen los madridistas en El Asador Donostiarra o en el De María. Los tres restaurantes me gustan. Laporta no sabe qué hacer para buscar perras porque el Barcelona, al contrario que el Madrid, gana ligas pero no llena estadios. Los estadios los llenan los de Florentino. Para el partido en El Tirol, donde el Madrid juega el martes próximo, se vendieron las 14.000 localidades del campo en media hora, por la Internet. Estadio que el Madrid visita, estadio que se llena, como pudimos comprobar en el reciente Mundial de Clubes, que resultó un éxito para la FIFA y un ridículo para el equipo de Xabi Alonso, goleado y humillado. Pero el caso de Laporta es muy especial porque ha hecho del optimismo público su divisa, aunque sufra en casa las consecuencias de su desgracia, en la soledad del hogar, donde no llegan los periodistas ni tampoco valen las mentiras piadosas para seguir tirando, ni las palancas. Es una pena, pero es así, aunque yo no le deseo la desgracia al Barça, como ustedes pueden llegar a creer, sino que deseo los éxitos del Real Madrid, porque así me educaron en mi casa desde chiquitito. La tradición madridista la inició mi abuelo, que en paz descanse, y ha continuado hasta mis sobrinos, porque mis hijas me salieron atléticas, pero light, no fanáticas. Una por matrimonio y la otra porque no sabe nada de fútbol y cuando la llevé una vez al Bernabéu, me preguntó: “Papi, ¿por qué el jugador que viste de negro no toca el balón?”. Era el árbitro.
lunes, 1 diciembre,2025





