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Yo me mamé, profesionalmente, a Coalición Canaria desde los comienzos de ATI. Estos de ahora ni siquiera habían nacido, o sea que puedo hablar con mucha más autoridad que la inmensa mayoría de sus actuales dirigentes. Y ahora con más razón, que nos abandonó Manuel Hermoso, a cuyo funeral no fue ni la quinta parte de la gente a quien Manolo colocó. Esta Coalición Canaria, para abreviar vamos a llamarla CC, no se acuerda de la ideología del partido, porque a lo mejor no tiene ninguna. Es un partido nacionalista que no cree en el nacionalismo, sino que es más españolista que la Falange. Fue un movimiento vecinal que tiene a media Canarias sin vivienda. Fue un partido con gérmenes insularistas, incapaz en la actualidad de definirse, unas veces votando con el patético Gobierno de Sánchez y otras en contra. Y con el de Zapatero, lo mismo. Hay sospechas de connivencia con algunas ONGs de dudosa reputación en el tema de los inmigrantes e incluso hay también sospechas de que alguien está actuando muy mal, de momento sin pruebas y por tanto debo ser prudente. Tiene CC un presidente que es incapaz de arreglar, por poner un ejemplo, las urgencias de un gran hospital, y al que tenía allí de gerente lo eleva a dirigir el Servicio Canario de la Salud, del que dependemos todos, sobre todo los viejos, porque a los jóvenes les preocupa menos la salud que a nosotros. El presidente de CC se rebaja a visitar a Sánchez en Lanzarote, el felón que se mantiene en el poder en medio de la corrupción y lo visita en “su” residencia real de La Mareta (ya tiene la cita concertada), de la que el falsificador de tesis se ha apropiado. Aquel nacionalismo combativo y respetado que yo vi nacer se ha convertido en una mierda, aunque todavía quede en él alguna gallina vieja, que incluso manda y maneja al presidente, nacido entre sus plumas. Militantes no quedan, sino los que están enchufados en los puestos, repartidos a go-go, sin tener en cuenta –es un mal general de la política española— las cualidades de cada cual.

Canarias ha estado en manos de ellos, les da igual pactar con el PP que con el PSOE o con una bandada de pájaros y un partido que ha perdido su ideal nacionalista lo ha perdido todo. Han quedado como residuales, pero mandan, claro que mandan todavía, porque la semilla estuvo bien plantada. Abandonaron, incluso acusaron desde dentro –¿eh, Anita?—, a Zerolo, uno de los fundadores. Zerolo fue encarcelado y ya no está en el partido. Murió Manuel Hermoso y muchos ni siquiera acudieron a despedirlo. Murió José Emilio García Gómez y su desaparición pasó desapercibida.

Murió Luis Mardones y no tiene ni una calle. Murió Victoriano Ríos y ya nadie se acuerda de él. A Paulino Rivero lo echaron como agua sucia. Las puñaladas traperas en este partido son célebres. Pero todavía permanece en las instituciones y gobierna en muchas de ellas porque, al no conocer lo que es el pudor, ejerce el oficio de comodín. Eso es lo que queda de Coalición Canaria, que fue mi partido, aunque nunca pertenecí a él, pero siempre voté por él. O casi siempre.

Ahora quedan los restos. Los restos son los que van a ver a Sánchez y los que bajan la cabeza por las migajas. Zapatero, ese tipo que está en Lanzarote, le prometió una vez a Ana Oramas 10.000 millones de euros en ayudas para Canarias y también nuestras aguas jurisdiccionales. ¿Ustedes los han visto? ¿Y dónde están esas aguas? El tipejo de León, hoy sicario de Maduro, se mandó a mudar y no cumplió el compromiso. ¿Quién tiene ese documento? No lo sé, búsquenlo en las hemerotecas, pero Clavijo va a ver a Sánchez a La Mareta y a bajar la cabeza ante el godo.

Cojonuda lección de ideología que nos da el chiqulicuatre. Por cierto, a lo mejor le cuenta lo que está pasando en el centro de acogida de inmigrantes de Los Rodeos, donde se han producido episodios de violencia en las últimas semanas que ustedes sólo podrán encontrar en las redes, no en los medios de comunicación convencionales. Los acogidos ahí no aguantan la presión y el presidente de Canarias no habla. No le interesa. Un día les cuento por qué.