El ladrón salido

Un ladrón que entró a robar en un piso de Marbella estuvo 34 minutos absorto, contemplando las partes íntimas de la propietaria del inmueble, que dormía a pierna suelta, en pelotas, debido probablemente al calor. El ladrón, muy emocionado por la visión de los bajos y de los altos de la bella durmiente, no se llevó ni un euro, ni una joya, pero las cámaras de seguridad del dormitorio grabaron 34 minutos de espectáculo tentador, con el ladrón con la nariz casi pegada a las partes íntimas de la mujer que dormía, sin que ésta se enterara de la presencia del tipo. El silencioso caco, cuya salidera era, por lo que se ve, notoria, permaneció medio acuclillado durante ese tiempo, con la vista fija en el pubis y en los pechos de la señora, que tenía que estar de muy buen ver para captar tanta atención del intruso. Posteriormente, éste se marchó por donde vino, medio tambaleándose de la emoción, relamiéndose, sin tocar uno solo de los enseres que en un principio pretendía llevarse, ni tampoco un pelo de la que estaba tronca. Parece que el marido no se hallaba en casa, o, si estaba allí, al hombre de la casa no le hizo el mirón demasiado caso, se ve que era machote el bribón. La policía analiza las imágenes (poco hay que analizar, me da) de la frustrada fechoría, bueno, relativamente frustrada, porque el hombre tuvo sesión nocturna gratis, debido también al sueño profundo de la doña, que ni siquiera escuchó la agitada respiración del salido, que seguramente la hubo, aunque no tengamos datos al respecto. Pasan cosas muy extrañas en este país, que yo atribuyo a la calufa que influye en las mentes de las personas. Fíjense que las femirruchas pretenden cambiar el nombre al Congreso de los Diputados, pero legalmente no pueden, porque su denominación figura en la Constitución y habría que emprender una reforma de la misma. Yo creo que el festival de neuronas que afecta sobre todo a las señoras/res diputados, diputadas y diputades nos va a traer serios problemas mentales en los próximos meses;  y más si persiste el calor. Será que la sicopatía se pega por medio de la cagada de los gusanos, gusanas y gusanes de la cámara baja. Ay, mi madre, qué país.