Lecciones de sensatez

Cuando todo este infierno pase, cuando Sánchez haya huido de España –como pretende hacer su hermano a Japón–, se valorará mejor el papel que han hecho los jueces españoles defendiendo el Estado de Derecho y la democracia, en medio de la hecatombe política y de la colonización espuria de las instituciones que ha practicado el sanchismo. No me refiero en este elogio de  la justicia de nuestro país, claro, al Tribunal Constitucional, que está compuesto por personas, no necesariamente magistrados, colocadas ahí por los partidos políticos, varios de cuyos miembros parecen moverse exclusivamente por motivos ideológicos, como su presidente, Conde-Pumpido. Que sigue órdenes del felón de La Moncloa, como todo el mundo sabe. Qué decir de la Fiscalía General del Estado. El Constitucional, además, ha quedado bonito, retratado, en Europa, con motivo de las amnistías que concede para mantener a Sánchez en el poder. Pero ahora, en estos días, quienes han dado una lección de sensatez son dos magistradas del Tribunal Supremo, Ana Ferrer y Pilar Teso, a las que el Gobierno de Sánchez, creyendo interpretar su condición de “progresistas”, quería colocar en las salas Segunda y Tercera. Han renunciado a sus candidaturas. Y ahora deberá ser el Consejo General del Poder Judicial, igualmente muy dividido, quien deba conseguir los 13 votos necesarios para dotar las presidencias vacantes de esas dos salas del alto tribunal español, compuesto, este sí, por auténticos profesionales de la judicatura. Tarde o temprano, el Estado de Derecho y los preceptos de una democracia moderna que brotó de la Constitución Española, funcionarán, por mucho que la pandilla de Sánchez quiera subvertir la España constitucional para eternizarse en el poder. Sánchez saldrá de La Moncloa con las patas en el culo, rumbo probablemente al exilio, tipo Bettino Craxi, porque los escándalos son muy parecidos a los de Tangentópoli. Fíjense, Craxi murió en Túnez, deseando –y no pudiendo— regresar a su país. Gracias a la justicia, el prófugo Puigdemont no puede regresar a España, aunque lo haya conseguido fugazmente con la colaboración supuesta del Ministerio del Interior, al menos in vigilando, aunque ahora pretende que el Tribunal Constitucional lo indulte del delito de malversación. Espero que no lo consiga, a pesar de Conde-Pumpido, ese soldado sanchista instalado en la presidencia del tribunal de garantías para desgracia del prestigio constitucional de este país.