Torres de petróleo

Un informe de la UCO (que viene) dicen que apunta al ministro Torres. A mí Ángel Víctor Torres me parece una buena persona, quizá lo hayan engañado. Dicen por ahí que Sánchez sabe que tiene que dejar el Gobierno y que Torres le pidió que primero hiciera pública su enfermedad de próstata y que luego dimitiría. No sé si va a llegar al comité federal de julio o si se marchará antes, o si se quedará. Yo no conozco personalmente a Ángel Víctor, pero gentes de todos los credos sociales me aseguran que es una buena persona. Y que si está en algún tinglado ilegal es que se la han metido doblada. Se habla de un negocio de petróleo venezolano con Zapatero, con una nueva refinería en Tenerife de por medio. Eso no parece ilegal. Pero esta isla ya no está para refinerías, por lo del medio ambiente y todo eso. Bastante tiene Tenerife con soportar muchos más coches que habitantes. Pero los periodistas de investigación insisten en que en el próximo informe de la UCO, que puede salir en estos días, el protagonista será Ángel Víctor Torres. Yo no soy de los que ponen la mano en el fuego; ahora, porque antes la puse alguna vez y me quemé. La condición humana es jodida y nuestro refranero tiene asertos suficientes para usarlos y tomar ejemplo. El run-run que se escucha por los pasillos sinuosos del país es que Sánchez está acabado y que sólo hace falta un empujoncito para que caiga. Se han inventado lo de la extrema derecha que viene, pero ya cansa: en Francia pasó lo mismo y vino; y hay un potaje de partidos gobernando. Lo que pasa es que en Francia tienen la ventaja de que los franceses leen los periódicos y miran los telediarios, y aquí nos vamos a la playa o a un guachinche de esos altos, a comer pollo con papas fritas. No existe otro lugar en el mundo donde a la base pura y dura le interese menos la política que en España. Dense cuenta de que lo fuimos todo en el mundo, con un par de reyes listos, y lo perdimos todo, con muchos reyes tontos. Ahora ejerce, en La Moncloa, un sátrapa, con manías de dictador bananero, allí en la presidencia del Gobierno, y en La Zarzuela tenemos a un rey con muy buena voluntad que tiene –constitucionalmente— las manos atadas. Pero no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.