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Cajasiete
martes, 2 diciembre,2025

A la Virgen del Pino la montaron en un Nissan Patrol y la metieron, con jeep y todo, en la catedral de Las Palmas. ¿Pero qué magada es esta? Una falta de respeto hacia la patrona de Gran Canaria. El canarión está cada vez más amagado y con más apego al motor, todo lo convierte en un rally. En fin, me da que se han perdido un poco los papeles. Al final cubrieron el jeep con una pañoleta, pero cuando me desperté allí seguía, como el dinosaurio de Augusto Monterroso.

Que viva la magada. A la Virgen del Pino la montaron los canariones en un Nissan verde, color ejército, y la mandaron a la catedral de Las Palmas, desde su templo de Teror, donde fue recibida por los dos obispos y por el clero secular y las dignidades catedralicias.

La Virgen del Pino, sobre un Nissan Patrol verde. ¡Dentro de la iglesia!

Pero, en vez de dejarla a las puertas de la catedral de Santa Ana, que así creo que se llama el templo, y de llevarla en andas hacia un trono de acuerdo con su dignidad, metieron el jeep en la iglesia y ahí sigue, cubierto por una pañoleta, con la Virgen encima, como si fuera una reina de las fiestas en vez de lo que es: una divinidad. El canarión tipo medio es hortera de narices y cuando tiene que convertir sus actuaciones en grandilocuentes, lo hace sin remilgos. Sin el menor recato. Además, le tiene cierto apego al motor: las casas centrales de todas las marcas están radicadas allí, en Las Palmas y aledaños. Yo estoy harto de que me digan en el taller, cuando hace falta un respuesto para mi coche: “Hay que pedirlo a Las Palmas, tarda un día”. Váyanse al carajo. El canarión todo lo convierte en un rally, como el de El Corte Inglés. Los tinerfeños hemos perdido hasta el estocaje, estamos avasallados por el canarión y aquí la autoridad está formada por cuatro machangos que no hay por dónde cogerlos. Así que a la Virgen del Pino, en su excursión a la capital de la provincia aquella, la han trasladado en un Nissan Patrol verde, ya dije que de aspecto militar ucraniano, que han metido hasta el mismo altar de Santa Ana, mientras los obispos, que allí tienen dos, y nosotros uno, recitaban sus salmos y sus misas y desarrollaban todo ese ritual religioso que huele a incienso y a beata de luto. Coño, a mí ese espectáculo no me gustó nada, con ese jeep entrando en el templo, además coche de gasoil, coche de mago, pestazo incluido, y la Virgen del Pino, en una urna de cristal, cogiendo miasmas de gasofa en su manto, tan cantado en el folklore canario, porque no hay nada que le guste más al folklore canario que un manto de una Virgen. No me parece que se honre adecuadamente a la patrona de Gran Canaria –que no de Canarias— con un jeep Nissan verde, color militar, ni entronizándola de esa forma en la catedral, como si fuera un papamóvil basto y demasiado aparatoso, mientras los fieles rezaban el santo rosario. No sé cómo permitieron eso los dos obispos de Las Palmas –que allí hay dos y nosotros tenemos uno, aunque también canarión–, porque semejante magada no es propia del ceremonial. Y, cuando me desperté, allí seguía el Nissan verde, como el dinosaurio del brevísimo cuento de Augusto Monterroso. Ay.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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