Ayer hizo un año que comenzó a publicarse El Burgado.com. Y me recuerda, por escrito, el letrado Jaime Díaz Fraga, colaborador de este diario, que llevo firmadas 700 crónicas en estos doce meses. Yo tengo presente esta fecha más por la hijaputesca Agencia Tributaria (por los plazos para pagar la renta) que por el Día de Canarias, pero le diré a Jaime, y a ustedes, que han sido muchos más artículos, porque con seudónimos van un montón, que no han sido recontados. He superado la media de César González-Ruano, que era de tres artículos diarios, escritos (los suyos) a mano, con “recado de escribir”, en algunos cafés de Madrid, entre ellos el “Teide” y el famoso “Gijón”. Yo viví en un piso precioso junto al Gijón, que tuve que entregar al banco cuando la crisis del 2008 y ahora me arrepiento, porque luego el banco dio un montón de facilidades a sus clientes para irlo pagando poquito a poquito. Pero lo entregué en dación de pago y, aún así, la voraz e insaciable Hacienda española creo que se mamó el 18%. Todavía estoy pagando la deuda. O sea, que encima de pobre, se le carga un impuesto al que paga sus deudas al banco, una idea brillante de aquel sinvergüenza llamado Montoro, el gremlin al que quiero ver un día sentado en un banquillo. Y no era del PSOE, era del PP, tenía una sicav para tributar menos y un despacho que hacía favores a quien los pagaba, claro. Una de tantas perlas del tal Rajoy. Agradezco al bueno de Jaime que haya contado mis artículos, o lo que sea, y también agradezco sus colaboraciones, muy bien escritas, en nuestro periódico. Debería animarse y mandar más cosas, aunque su trabajo como abogado especialista en permisos de trabajo, de residencia y esas zarandajas se lo impide. Es el mejor en su especialidad. César escribía siempre en los bares y yo escribo siempre en mi casa, muy cómodo. Supongo que aún me queda algún tiempo para llenar cuartillas, dentro de esa especialidad maravillosa que es la crónica, la de Larra, la de Umbral, la del propio César, la de Campmany, la de Raúl del Pozo, la de Pedro Rodríguez, la de Aguirre-Bellver, la de Almadi, la de don Luis Álvarez Cruz. Siempre les entregan los premios (el Cavia, por ejemplo) a los escritores peninsulares y se olvidan de los regionales. Aquel “Balcón sobre la Isla”, de Almadi, Álvaro Martín Díaz, era una crónica preciosa. Pura prosa poética, cuando no se podía contar casi nada. Todos ellos me enseñaron, por eso soy tan bueno escribiendo. Y perdón por la poquedad.
martes, 2 diciembre,2025





