A mi edad, el otro día tuve un sueño erótico con Amelia, con la particularidad de que no sé quién es Amelia, ni conozco a nadie con ese nombre. Lo pasé bien en el sueño, que fue un sueño mañanero porque yo no duermo las madrugadas, leyendo, escribiendo o viendo series de televisión. Más bien por miedo a la noche. Amelia era una joven rubia, de pelo muy rizado, muy guapa y atrevida. Un personaje de novela que sigue en mi memoria, a pesar de los días transcurridos desde el sueño. Estábamos echados en el suelo, yo muy joven, en una casa de campo con la que suelo soñar. Repito: una joven rubia, de pelo rizado, con unos hermosos ojos azules y una voz muy sensual, que me trataba con mucho cariño y familiaridad. Cuando el sueño emprendió la retirada yo me tenía que levantar de la cama, ducharme y acudir a un almuerzo, pero hasta que llegué a mi destino real, Amelia seguía en mi cabeza y su mirada continuaba atormentándome. No sé de dónde salió, si de una serie, de una novela o de la nada, pero les aseguro que era una persona muy difícil de olvidar, sin entrar en algunos detalles escabrosos que se produjeron, no sea que aparezca de verdad. Contra lo que yo no puedo luchar es contra los sueños y más si son divagaciones agradables, como es el caso; contra estas cosas siempre me rindo y dejo que la imaginación vuele. Pero ya son demasiados lugares comunes: esa casa de campo y otras coincidencias con lo vivido que no vienen al caso. Además, el yayo está viejo para sueños eróticos, así que mejor será pasar página y esperar a que Amelia aparezca de nuevo, si es que lo tiene a bien, y se digne mantener otra conversación conmigo, aunque del contenido de la primera no me acuerdo muy bien. Para evadirme, me he puesto a escribir una introducción al resumen de mi tesis doctoral, un libro que vio la luz en 1990, 35 años después, y que me dispongo a reeditar, en unos pocos ejemplares, ahora que el franquismo, sus pompas y sus obras están de moda y que puedo ponerlo en el mercado de nuevo, en una pequeña tirada. Porque una novela sobre Amelia no me atrevo a escribir, ni de coña. Esos tiempos ya pasaron y no van a volver.
lunes, 1 diciembre,2025





