Bien, el sábado/noche cené en Casa Nicomedes, en la avenida de Anaga de Santa Cruz. Y cené espléndidamente. Yo no me puedo permitir esos manjares, pero me invitaron a una cena familiar. Estuvo fantástica la cena, con mariscos de primera clase, un carpacho de atún espectacular y unas navajas que estaban sensacionales. No digo nada de los churros de pescado. También las zamburiñas estuvieron a la altura y la ensalada de salmón me pareció exquisita.
Nos invitaron a un cava rosa de Toño Armas y fuimos atendidos estupendamente por el encargado del establecimiento, que se llama Manu Martín Amaro y que es un ejemplo de educación, de respeto y de simpatía. Lugares así prestigian la gastronomía de Santa Cruz y engrandecen el gremio en cuanto a la atención a los clientes. Es difícil encontrar profesionales que unan la simpatía y el buen trato a la destreza en el servicio y que manejen con tanta habilidad el difícil arte del buen trato en el sector.

Agradezco mucho a Manu, junto al cual aparezco en la foto, yo con una gorra de esas de moda, que mi amigo Jose Reverón, que es tripulante de cabina de Iberia, me trajo de Nueva York y que Cristina mi hija me regaló. O sea, que Cristina me regaló a mí en su cumpleaños y no al revés. Además, estaba yo muy contento por cenar junto a mis hijas, María Eugenia y Cristina, y a su madre, celebrando el cumpleaños de mi hija menor, que nació en una fecha tan señalada para el Madrid de su marido, como es el 2 de Mayo, fecha en la que los madrileños se alzaron contra los franchutes de Napoleón (bueno, de Pepe Botella). También con Nacho, mi yerno, que es muy buena gente, a pesar de su rara afición por el Atlético de Madrid. Así que lo pasé francamente bien, con mi sobrino Sergio como transportista, puntual y conduciendo con tino, en contra de su costumbre. Me dio un viaje de obispo. Incluyo algunas fotos de los manjares que probamos ayer en Nicomedes, lleno de gente, y eso que al mismo tiempo actuaba en Santa Cruz Joaquín Sabina, que reunió a 11.000 personas en el recinto ferial, cantando sus mejores creaciones musicales.

Leopoldo Mansito, estimado amigo, se revela ya como uno de los mejores organizadores de eventos musicales de Canarias. Joaquín Sabina, aunque ustedes no lo crean, hizo llorar a mucha gente. Se vendían bombines y camisetas como parte del merchandising del cantautor de Úbeda. Mi sobrina –y ahijada– Andrea, que no ha cumplido 17 años, se sabe todas sus canciones. Me las vino cantando en el coche, con buen oído, en el viaje de vuelta. Cambio de asunto. El alcalde portuense, Leopoldo Afonso, reconoció ayer que la denuncia hecha aquí sobre el abandono del barrio residencial del Botánico y del parque infantil y de recreo situado en La Paz, destrozados, era cierta. En un comunicado enviado por whatsapp a los vecinos les dice, textualmente, lo siguiente: “Buenas noches: nos encontramos con una ciudad en ruinas que debemos levantar. Y lo haremos. Procuramos llevar un orden, porque desafortunadamente no podemos llegar a todo de una sola vez. Agradezco muchísimo la confianza que depositan en nosotros. Recuperaremos nuestro Puerto de la Cruz”.

Yo no dudo de la competencia de Alonso, el concejal de Parques y Jardines, una excelente persona y un hombre competente, que pertenece al grupo de CC, en el Gobierno municipal junto al PP y a Asamblea Portuense. Pero lo de la urbanización del Botánico clama al cielo y lo del parque infantil de La Paz es lamentable, asaltado por los gamberros borrachos del botellón, que lo dejan todo lleno de mierda. Basta con apagarles la luz de noche y enviar de vez en cuando una patrulla de la Policía Local para que les pida la documentación. Y limpiar aquello y reparar lo dañado. Estoy convencido de que la mayoría de esos bergantes no ha renovado ni siquiera el DNI. Y esto es todo por hoy. Mañana, más.





