Pues a mí el Monumento a Franco de las Ramblas santacruceras me gusta. No me gusta el simbolismo, porque a mí el franquismo me la renflanflinfla, pero sí me agrada, estéticamente, la obra de Juan de Ávalos.

Yo acudí a la inauguración vestido de flecha, pero nunca canté en “Cara al sol” porque cuando mis compañeros lo hacían yo entonaba “En la playa escribí tu nombre/ y luego yo lo borré/ para que nadie pisara/tu nombre, María Isabel”, y el jefe de centuria, o como se llamara aquel tiparraco, nunca me detectó el trino paralelo, aunque yo cantaba el “María Isabel” a todo pulmón. Una vez lo estaban dando por la radio (el “Cara al sol”) y yo, en casa, canté encima del himno escrito por Ridruejo y otros muchos (todo el mundo se atribuye la autoría del puto “Cara al sol”) la melodía mía de la playa. Y mi padre, falangista de pro, me preguntó si me había chiflado y me mandó al cuarto de los ratones. Ahora voy a ir al Valle de los Caídos, a misa, aunque soy ateo, porque creo que me voy a volver católico con la promesa de que Sánchez se mande a mudar y de que elijan a un papa negro solemne para que el mundo se acabe de una puñetera vez, porque según Malaquías o Nostradamus, que no lo tengo claro, el último papa será negro y se llamará Pedro Romano, que tiene rima, así que cada vez que alguien hable de Pedro Romano, el de al lado podrá decir aquello de “pues me la agarras con la mano”. Y se acabó la historia. Desde que tengo uso de razón, y llevo ya siete papas a mis espaldas, cada vez que se moría uno empezaban a hablar de lemas papales para acortar el tiempo que queda para el fin del mundo. Y a nombrar a Malaquías y a Nostradamus, que eran dos fantasmas, dueños de una lista de papas muy tenebrosa.

Una vez, los italianos se empeñaron en que iba a llegar el final de los tiempos y rodaron una película en la que se podía ver a Doménico Modugno en el barrio español de Nápoles, cantando una canción a la guitarra para disipar la hecatombe, que finalmente no llegó. El fin del mundo será un meteorito, lo tengo claro, aunque también podría serlo Pedro Sánchez, montado en un caballo negro, como su propia suerte, con Bolaños al lado a lomos de un asno con más orejas que el burro en el que entró Jesucristo, paz descanse, o bueno, no, que Jesucristo resucitó, en la ciudad de Jerusalén. Detrás, en mulas pardas, Ábalos, Koldo, el loro galaico y un montón de acólitos de la nueva corte celestial del PSOE, que tienen al papa Francisco, ya difunto, como líder espiritual. Estos del PSOE son la mar de versátiles los cabrones, le dan a todo.

Sin olvidar a las putas del Parador de Teruel, que se apuntan a los saraos turolenses. Estas putas son la corte celestial del PSOE, o al menos de Ábalos, que fue ministro del PSOE. El Parador de Teruel debe ser cerrado a la plebe, declarado templo y alzar en él la Cruz del Valle de los Caídos, que no ha de ser demolida sino trasladada. Y ya que estamos, que manden a Teruel el Monumento a Franco de Santa Cruz, que inauguré yo, siendo flecha, a los acordes de la Banda Municipal (de la misma ciudad de Teruel) que interpretaría un mix entre el “Cara al sol” y “María Isabel”.

No sé, me apetecía hoy escribir sobre esta coña. También hablaré de la cena de anoche en Los Limoneros, de los Rotarios, donde habló Manolo Domínguez, gran orador, cena organizada por Patricia Fernández, que aparece en la foto con una banda amarilla, que no sé si es parte del propio traje o le han concedida la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, me he quedado paralizado con la visión. Miren ustedes, después de que anteayer casi me muero de una hemorragia nasal de origen desconocido, he decidido tomarme la vida a coña y animar a mi gran amigo Juan Inurria, artífice de este periódico, principio y fin de todas las cosas, a que renueve sus apariciones en las redes para entretener al personal. Tiene mucho sentido del humor Juan, así que ahora lo verán ustedes el doble en las redes a las que tiene acceso El Burgado.com. A ver si le devolvemos de una vez a Juan, que está boquerón, los dos mil euros que puso sobre la mesa para iniciar el proyecto periodístico –El Burgado.com—, que ha conmocionado a la nación española, por la gracia de Dios. Es coña, que nadie se me soliviante, aunque lo de los dos mil pavos sea cierto, de cuando Javier Zerolo, que ha desaparecido, maquetaba esto que todo el mundo llama página web, pero que no es una página web, coño, es un periódico on line. Con un millón y medio, o algo así, de visitas al mes. Gracias a los videos de Inurria y, modestamente, a alguno mío que me dejan publicar, aunque a veces Edgard, el encargado de subir los míos, se olvida de hacerlo, porque dice que soy un rojo. Yo creo que el tío es del PP. Cada vez que se abre El Burgado.com aparece Juan Inurria en tirantes chinos, yo creo que le está pagando a alguien bajo cuerda, me tiene mosca. Menos mal que Inurria jr. y un servidor estamos aquí, defendiendo el fuerte. Por cierto, el programa de radio que estamos haciendo en La 10, llamado Radio Burgado, mancha ese sagrado nombre. Es una mierda. Hay que mejorarlo o mandarlo al carajo.





