Tiempo de documentales. Ayer estuvimos charlando, largo y tendido, en el Paseo San Telmo del Puerto de la Cruz, el historiador José Francisco López, el director de cine Raúl Jiménez Pastor y un servidor. Fue una charla ya digo que larga, con salchichas alemanas de por medio y alguna caña. Hablamos mucho del maestro Estany y Raúl me grabó unos planos sobre el músico, a quien yo conocí. La obra de Estany, incluidas sus partituras, está depositada en el Archivo Provincial, perfectamente conservada. La entregó la familia. Conocen ustedes la anécdota, porque yo la he contado. El maestro Estany compuso un chotis que tituló “No se puede ser guapo”, que se parece sospechosamente a la posterior canción “Extraños en la noche”, oficialmente de Ivo Robic, pero que el maestro Estany opinaba que era suya. Hubo un pleito internacional, que él perdió, lo mismo que litigó por otra canción cuyo título se citó allí pero yo ahora no lo recuerdo. La canción la popularizó Frank Sinatra y fue un éxito mundial. Era un gran pianista, que lo mismo tocaba en cabarets que animaba los programas de entretenimiento en las emisoras locales o que daba un concierto clásico en el Guimerá. Don Juan, valenciano por accidente, era realmente catalán, enseñó a muchos músicos de su tiempo, lo mismo que el maestro Flores, que también tocaba el viejo piano de Radio Club, que naturalmente alguien se mamó, como se mamaron el autógrafo de Franco, arrancándolo del libro de visitas.
El documental de don Juan Estany, que ya Raúl tiene ya en la cabeza, puede ser un éxito, como lo será el que se estrena hoy en los Yelmo de Meridiano sobre el campeón de Europa y del Mundo, Miguel Velázquez, dirigido por David Cánovas, o como también lo será el de Clemencia Hardisson, en el que un grupo de personas está trabajando ya, y que dirige Raúl Jiménez, y el de don Blas Cabrera Felipe, que ha sido estrenado ya en Tenerife, Las Palmas y Madrid y que se presentará en el Festival de Cine de Málaga. Está dirigido por el propio Raúl.
Yo lo vi y me encantó. Creo que es un excelente trabajo, al que quizá le sobre un cuarto de hora, pero que es un gran reportaje/largometraje. Se ha esmerado mucho Raúl Jiménez, el servicio de documentación de la película (con José Francisco López a la cabeza) y el asesor científico, profesor Jorge Méndez, un auténtico especialista –como lo fue don Blas— en “tierras raras”. Así que estamos en tiempos de documentales y ayer la charla con mis dos interlocutores fue de lo más instructiva y entretenida, aunque la fastidié con una terrina de helados cuyo contenido me devolvió los divertículos que llevo semanas sufriendo y que ayer me volvieron a resurgir, como la letra del “Cara al Sol”, cuando me zampé la terrina, que estaba buenísima. Y con relación a Clemencia Hardisson, el otro día estuve hablando un largo rato de ella con el catedrático Arturo Hardisson, su sobrino nieto. Fue musa de pintores, entre ellos de Bonnín, madrina del C.D. Tenerife, opositora al régimen de Franco, estuvo en prisión, se enamoró varias veces, se enfrentó al sanguinario general Dolla Lahoz, un asesino auténtico, comandante militar de Tenerife, que mandó matar a docenas, quizá a centenares, de tinerfeños durante la guerra civil y que luego se confesaba con el abominable canónigo José García Ortega. Cuando se veía desde la calle la teja (sombrero) de García Ortega en la ventana de Capitanía, los chicharreros sabían que esa noche había habido una matanza en el Barranco del Hierro. Fíjense si Dolla era cruel que Franco lo mandó a llamar para pedirle cuentas, a Burgos, y “alguien” lo mató en Sevilla, por el camino. O se dio un tiro, da igual. En fin, charla entretenida y candidatos a protagonizar reportajes, que nos deleitarán próximamente. Ya lo verán. Por cierto, espero que no se atrevan a manchar la memoria de García Escámez, que presidió el Mando Económico, un militar que hizo más por Canarias que todos estos belitres de la memoria histórica de los cojones. Un hombre que hizo de Canarias su tierra. A ver quién me va a impedir que yo diga esto y que haga elogios de él. Un militar que, a su muerte, fue acompañado por más de media isla. Tengo filmaciones de ese entierro y fueron impresionantes las escenas de dolor. Construyó hoteles, mercados, barriadas de casas confortables para gente humilde, piscinas para solaz de propios y turistas, realizó una labor social impresionante. A ver quién le quita estos méritos al general.
Me falta hablar de un proyecto para contar la vida de Agustín de Bethencourt, el inventor de grandes ingenios, el constructor de infraestructuras en la Rusia de los zares, el exportador a Rusia del malvasía canario, el fundador de la Escuela de Ingenieros de Caminos , Canales y Puertos de Madrid. Un genio, nacido en mi pueblo, el Puerto de la Cruz. Toda la documentación sobre su vida la tiene su heredero, el jurista Juan Cúllen. Y perfectamente archivada y conservada en su casa de La Orotava.
